viernes, junio 30, 2006

ME ABURRO

Una de las frases recurrentes de la niñez, aunque entonces tenían un significado más intenso, creo. Era un "me aburro porque no estoy en medio de una de esas fantasías compartidas con mis amigos" que, ciertamente, ya no son tan habituales. Aunque, como jugadora de rol y numenoreana, la verdad es que soy una privilegiada que, de vez en cuando, puede volver a la fantasía en estado puro.

Pero vamos, que me aburro. Esto de estar de vacaciones sin poder irme por ahí de viaje o algo, es una putada. Porque debería poder, pero no me han pagado todavía, así que nones. Podría haberme ido esta semana Valencia, a la playa, a gorronear piso a alguna amiga. O a Granada, a ver a viejos conocidos. O a, mmmm, no sé, al campo, a la piscina, a algún sitio, pero fuera de este calor infernal madrileño que, lo siento, pero para lo único que sirve es para que se seque la ropa tendida aprisa. Y me muero. No hay quien duerma. Así que, sin dinero y muerta de calor, poco queda que pueda hacer. Ver series y pelis y tal. Hacerme una colcha de verano con fundas de almohada incluidas. Ver a alguna amiga que me invita a comer, apiadándose de mi estado de espera sueldística.

En fin. Tampoco me voy a quejar demasiado. Mañana voy a pasar el dia en un lugar precioso lleno de magia, y pasado... pasado la magia vendrá de nosotros dos.

Zirbêth.

martes, junio 27, 2006

TERMINAR

Hay pocas circunstancias tan desconcertantes como los finales. Ya sean finales tristes o alegres, siempre hay un periodo de tiempo de desconcierto, de no saber qué ocurre exactamente. De desorganización orgánica, por llamarlo de algún modo. Y uno de los más desconcertantes (rápido, que alguien me pase un buen sinónimo) es el final de un libro.

Es una pequeña muerte. Yo lo siento así. Una muerte de algo que nunca tuvo vida, podrán pensar algunos. Una vida que nunca pudo ser más real. El desasosiego me desborda siempre al terminar un libro, sea cual sea el modo en que este termine. Aunque, reconozco, es peor si el final es triste.

Pues bien, hoy he terminado dos libros. No uno, dos. Y el último acaba con la muerte del protagonismo y un grito apagado del autor contra la injusticia del hombre y de los siglos.

Si a eso le unimos otros finales, menos terminales, pero más físicos, de los días y sus noches, la estampa de mi extraño estado de ánimo ya está demarcada.

Echar de menos es una enfermedad crónica.

Zirbêth, anhelante.

UN POCO DE TRANQUILIDAD

O algo parecido.

Con toda la agitación de las útimas semanas, apenas he tenido tiempo para pararme a reflexionar sobre los pasos dados y los que he de decidir dar a continuación. Como decía cierta persona hace no mucho, cuando la vida se empeñe en ser una cabrona, mejor no perder de vista que la vida somos, ni más ni menos, nosotros mismos. De lo cual, por cierto, se deduce con cierta sencillez pasmosa que preguntarse por el sentido de la vida es preguntarse por uno mismo, pero tratando de hacerse el despistado.

Pero, a lo que iba. Que una es muy sensible y sentimental y cuando la vida se pone a dar tumbos como una patera en el Atlántico desabrido, la verdad es que acabo por ponerme verde estomacal y no querer sino tirarme de la maldita cáscara de nuez. Al menos, en el agua se estará más fresquito (cómo odio Madrid en verano).

Aún así, le quiero levantar las faldas a esa señora imponente (la vida) a ver qué esconde debajo. La única parte que no me gusta nada de ella es la de tomar decisiones. Vale, no todas las decisiones, pero algunas son de lo más... insoportables. Y nunca se sabe qué va a ser mejor o peor. Lo que puede parecer un "querer tomar las cosas con calma y reflexionar" puede convertirse en un "postergar y esconderse"; y otras veces el "ser decidido y resolutivo" acaba por materializarse en un horrendo "me he precipitado". Así que, en el juego de ruleta de las decisiones, nunca se puede estar seguro del todo, de nada.

Alejandro decía "el mundo es de los intrépidos", pero si uno mira a las hormigas le cuesta mucho creer esa preciosa frase.

De momento, el verano está decidido, y me voy a tostar los próximos dos meses al sol. Y luego... luego vendrá el momento de las grandes decisiones. ¿Oposiciones, curro normal, plaza de interina...? ¿Madrid u otro lugar del mundo?

El calor me cortocircuíta. Yo sólo quiero flotar...

Zirbêth.

lunes, junio 26, 2006

FUEGO

El viernes salté por encima de las llamas para quemar simbólicamente los restos de naufragio que aún pudiera llevar conmigo y poder, así, entregarme limpia y renovada al maravilloso presente que se abre ante mí. El tiempo sigue su inquebrantable paso, y el fuego de Lughnasadh llenó de calor cada gota de mi sangre, y la luz del fuego se reflejó en mi alma.

Ha pasado ya el tiempo de la tristeza y la angustia. Incluso el sufrimiento acaba por dar frutos, y es la hora de deleitarnos con el dulce sabor del que la fortuna ha dejado en mis manos.

¿Casualidad? ¿Destino? No lo sé, sinceramente. Pero ahora que ha llegado, espero que sea para quedarse. Porque llevo mucho tiempo buscando mi caminante. Ese con quien recorrer juntos el camino de la vida.

Zirbêth.

miércoles, junio 21, 2006

6 DONUTS, 6

No, no estoy celebrando el post número mil (bueno, un poquito). Es que, cuando paso malos ratos, como buena parte de la población (me consta) los supero a base de comida, dulces y guarrerías. Y también durmiendo, claro está. Así que ayer por la noche (porque llegué a casa a las diez [salí a las ocho y cuarto, camine hasta Gregorio Marañón y luego un metro y a comprar]), me pasé por un super y me compré una señora caja de donuts que, con parsimonia y delectación, llevo disfrutando desde la cena de ayer. Me los gané, qué queréis que os diga.

¿Recordáis que decía que llevaba mal lo de estar callada sin decir que me voy? Bueno, pues ya no estoy tan agobiada, porque ayer los Valar me dieron la oportunidad de dar una especie de preaviso. Según llegué a la oficina, y como ya es costumbre, la innombrable se me echó encima a tratar de dejarme mal delante de la dueña. Pero esta vez no me callé y me hice la tonta. A sus acusaciones, contraataqué: no has hecho esto, no me has enseñado en que consiste; no preguntas, no tengo porque saber qué he de preguntar dado que no me has explicado nada; no me interrumpas que no me dejas hablar, la que nunca me deja hablar eres tú, no es cierto, sí que lo es...

Evidentemente, la cosa no se quedó así. Por casualidad, había que montar un despacho nuevo, y la dueña quiso hablar conmigo. Una bonita charla tuvimos en que trató de convencerme de que yo era por costumbre agresiva, que pobre innombrable, y demás argumentos absurdos para intentar hacerme sentir culpable. Pero vamos, ninguna sorpresa para mí. Sí para ella, a la que le dije que no aguantaba a la innombrable, que era una maleducada, una borde, muy agresiva y muy inculta. Cuando se puso tiesa y me dijo que yo vería lo que hacía, con un meloso tono amenazador, le dije que eso estaba haciendo y que estaba decidiendo si me quedaba o me iba, dado que era mi última semana de prueba. ¡Qué gustazo!


Vaaale, no fui completamente sincera, pero al menos ya saben qué terreno pisan. La tarde, el día en general, fueron cual terciopelo conmigo. No sé si porque quieren que me quede o esperan sorprenderme echándome. La tempestad que precede a la calma, vamos. A mí, plin, ya tengo otro curro y me voy de todas, todas. Probablemente, el jueves. Necesito una mañana laborable libre para resolver ciertos asuntillos que no hago más que posponer.

Así que, bueno, ya está. Me espera un verano de excesos solares, niños y agua clorada, pero el sueldo es mejor y, como pueda dar cursos de natación, será un sobresueldo de lo más jugoso para futuros proyectos postestivales.

Y ahora, me voy a la galera. ¡Qué pesadez, madre!

Zirbêth, que lleva mal eso de tener que trabajar para comer...

martes, junio 20, 2006

LO QUE ME ESTÁ COSTANDO, Y QUÉ POCO ME GUSTA

Es la última semana. Quedan ya sólo cuatro días por aguantar. Cuatro días de dejarle creer que, como ella dice, no tengo carácter, y que me dejo mangonear y machacar. El viernes se va a llevar una sorpresa como no se imagina.

Pero lo llevo mal. Estoy jugando a su asqueroso juego de mentiras e hipocresías y, aunque sea una cuestión de supervivencia, aunque sea para evitarme problemas, aunque sea para poder irme sin que aprovechen los últimos días para putearme aún más, la verdad es que lo llevo mal.

Porque, ya me conocéis, soy de las que va de frente. Y me estoy mordiendo la lengua para no mandarlas al infierno, al carajo, a la mierda y al guano.

Al final, lo he dicho. Al final, mi post número mil es sobre este estúpido trabajo. Espero que no haya problema y tras el post mil, venga el mil uno, sin tener que abrir otro blog. En fin, alea jacta est.

Zirbêth, quemada.

sábado, junio 17, 2006

REFRANES

Hoy, hablando de temas mil, humanos y divinos, con un buen amigo, me ha dicho dos frases que me apunto ya, y añado otra para él cuando la lea:

Nadie diga que conoce a una mujer si no la ha visto enfadada.

Si los que hablan mal de mí supieran lo que opino de ellos, hablarían aún peor.

El hombre es el amo de sus pensamientos, pero el esclavo de sus palabras.

Así que, nada. A aplicarse el cuento...

Zirbêth, breve brevísima.

miércoles, junio 14, 2006

"FANTASTÓPATA"

E. dice que esta palabra, más o menos de su invención, no acaba de convencerle, porque es mezcla de latín y griego, y de esa mezcla nada bueno puede salir y, si no, mirad la televisión. Pero a mí me gusta, me hace gracia, me, admitámoslo, recuerda a él.

Se podría decir que fantastópata, por su etimología, tiene un par de posibles interpretaciones. Por un lado, se podría denominar con ella a "aquellos enfermos de fantasía", al aire de esas otras enfermedades como la ludopatía, psicopatía, etc. (jajajaja). O, también, podría ser "aquel que tiene un alma fantástica (o ánimo)" (vamos, casi toda la gente con la que "me junto"). Y también, rizando el rizo, "aquel en cuyo ánimo o alma influye la fantasía" (todos los de antes, y media docena de docenas más, por lo menos).

La cuestión es que, se interprete como se interprete, aplicarse esta definición es tanto como admitir públicamente que se es "raro". Como, al parecer, ya ha decidido que soy la dueña de la empresa en la que curro (no, no me he ido ni me han echado... de momento). Un rato de charla sobre libros, mi empecinado silencio a la hora de opinar sobre El código Da Vinci (buuuuaaaaajjjjj fue lo más sensible que me venía a la cabeza), y ya está. Dictaminado. Soy rara. Supongo que ha debido ser una especie de gran descubrimiento para ella...

Y es que, sí, me temo que sí. Ser fastastópata y ser rara son cosas muy parecidas a ojos de aquellos cuyos intereses en la vida se limitan a copiar patrones establecidos, hacer dinero, multiplicar ese dinero y, a ser posible, mmmmmm, aaahhhhh, ¿pensar que quien no hace eso que hacen ellos son raros?

Vale, lo sé. Menudo ataque de alergia tengo, otra vez, hacia el capitalismo y sus secuaces. Tengo que acordarme de que yo también como, o algo así, todos los días.

Pero volviendo a la fantastopatía. Fantasía que se impreme en el alma, en la que el alma y el ánimo se sumerjen, enfermedad bendita para la que no sería sano buscar cura. Ser y fundamento de la creatividad, el avance, la evolución. Son ellos los raros, ellos que no buscan el cambio, la superación, salvo en materia de posesión material. ¿No será acaso el capitalismo y todos sus vicios cosificadores los que llevaran a la humanidad y sus retoños a la sequía y la extinción?

Me respondo yo misma (aunque se admiten todas las respuestas que se gesten por ahí): ¿Cómo, Zirbêth, haces esa pregunta? Sabes perfectamente que depositas toda tu fe en el ser humano, pues nada hay más tangible y real que él y, a la vez, más metafísico y soñado. Ningún dios existe sino en la mente de los hombres. Ninguna deidad tiene otro Olimpo que la necesidad de respuestas de aquellos que supuestamente les veneran, a aquellos a quienes crearon.

Así que, en realidad, dioses, hombres, inventos, creatividad, fe, palabras... Todas ellas forman parte unas de otros, unas en mayor medida como componentes y otros en menos como creadores básicos. No somos, me gusta pensar, más que aquello que logramos imaginar. Así, cuando colectivamente imaginemos, en vez de casas opulentas, coches deportivos, billetes con muchos ceros, ... cuando imaginemos un mundo de verdad sano, verde, sin guerras... Entonces, tal vez, todos fantastópatas, logremos un mundo mejor.

Zirbêth, somnolienta e idealista (por no mencionar otras muchas cosas).

martes, junio 13, 2006

SIN PALABRAS (POR UNA VEZ...)

lunes, junio 12, 2006

SÍ, LO SÉ

Sé que no debo obsesionarme ni darle demasiadas vueltas a la cabeza. Pero, por todos los Valar, van a ser dos semanas muy, muy largas. Ojalá pasen rápido, como un mal sueño.

Te echo de menos.

Zirbêth.

EXCUSA


Este finde, nos han dado una excusa para ponernos nuestras galas preferidas. Esas que revelan una parte de nosotros que suele quedar oculta en la banalidad. Hemos estado enmarronados en una especie de feria medieval en una parroquia para recaudar fondos. Sí, yo, atea confesa, ha estado actuando, cantando, bailando y divirtiéndome bajo las paredes metálicas de una iglesia prefabricada. ¡Y vestida de la hechicera Amae Dabra! Jajaja. Hay muchas más fotos, pero de momento sólo puedo mostraros esta.

Zirbêth.

Y AHORA...

Y ahora, no sé. Esperar, supongo. Menudo desafío para alguien tan impaciente como yo. Porque, claro está, esperar es lo último que me apetece hacer. "El que espera desespera, dice una voz popular. ¡Qué verdad tan verdadera!". La frase no deja de rondarme los oídos. Es de las pocas cosas que recuerdo de las clases de lengua en el cole, hace ya tantos años, allí, en el Puerto de Santa María de mi niñez.

Tantas veces he cambiado que ya en mí es un hábito. Salvo el color de pelo (que, por cierto, vuelve a ser rojo), cambiar es una cosa que me suele atraer como a los alfileres un iman. No olvido, claro está, cuando reniego de los cambios, porque no hay que olvidar que no todos los cambios son buscados o a mejor.

Pero ahora algo está cambiando. Yo he cambiado. Lo que antes tardaba años en pasar, está pasando en mucho menos tiempo. Una recuperación asombrosa, ciértamente. ¿Será que el dolor deja el campo abonado para que crezcan otras plantas aún más raras y hermosas? Nadie va a avalar mi hipótesis...

Bueno, estoy tratando de ser críptica sin que sea de verdad lo que me apetece, y me va a salir un truño de post. Mejor, me despido y lo dejo ya.

Cambios...

Zirbêth.

miércoles, junio 07, 2006

AMBICIONES

Estos días le doy muchas vueltas a lo que comúnmente se conoce como ambiciones. El tener una persona cerca cuya ambición por medrar en el trabajo y ganar dinero supera las convicciones éticas (¿las tendrá?) básicas, no deja de traerme a la memoria aquel chico que me insistía tanto en que yo demostraba una lamentable falta de ambición. Y es que esa palabra está ligada, absurdamente, al dinero y las posesiones materiales. Al acumular como medio para ganar una seguridad, supongo, o para poder sentirse más y mejor que los demás.

Que el dinero no da la felicidad, pero ayuda, lo sabemos todos... ¿o no? Cada vez estoy más convencida de que hay por ahí mucha gente que se ríe de la "ingenuidad" de quienes así pensamos. A lo peor, para quien careció de todo lujo o incluso de lo más básico, lo de ganar mucha pasta y comprarse todos los caprichos es en sí una razón para vivir. O para quien nació en la opulencia es de rigor conservar ese estatus que, en el mundo en que vivimos, es casi una segunda piel y parte fundamental de quienes son.

A mí, me gustaría ser más imparcial en estos temas, pero la experiencia me previene contra este tipo de ambiciones. Demasiado a menudo van unidas a un uso poco escrupuloso de las habilidades y posibilidades. Si medrar significa pisar al prójimo, utilizarlo, ningunearlo, etc., sencillamente, medrar no me interesa.

Así, es cierto: no soy ambiciosa...

No, no es cierto. Ambiciono, claro que ambiciono. Lo que pasa es que mis ambiciones no van tan ligadas a lo que instintivamente ligamos con la palabra ambiciones. Yo, ambiciono tiempo para mí, para estar con quienes quiero, para hacer las cosas que me gustan. Ambiciono tranquilidad y paz mental y espiritual, no vivir con demasiadas estrecheces y, sobre todo, sobre todo...

Bueno, lo cierto es que mi ambición es demasiado voluble y tímida para que la muestre, así, desnuditam ante tantos ojos ambiciosamente curiosos.

Zirbêth.

domingo, junio 04, 2006

MOBBING

Es horrible. Pero es exactamente lo que está ocurriendo en mi oficina. La víctima es buena trabajadora, de esas que sacan adelante su trabajo, con estilo, agradable, atractiva, sincera... La terrorista psicológoca es mala, mala. Miente más que habla y es una déspota de mucho cuidado. Es una ambiciosa sin escrúpulos, ni para con sus empleados ni para con los clientes.

Estoy desolada, de verdad. Lo de que mañana sea lunes me tiene abatida.

En fin, me voy a hacer capas. A ver si eso me anima un poco...

Zirbêth.

YA ESTÁ

Venganza perpetrada.

¡Qué bien lo he pasado!

Zirbêth.