sábado, marzo 31, 2007

SUEEEÑOOOOO

Qué sueño tengo. Tengo el sueño cambiado y me duermo a las tantas. Esto es una mierda. A ver si me ordeno. Que tengo que empezar a estudiar y, en este estado, me sobaría babeante sobre el libro y los apuntes. Y así estudiar no cunde.

Me encuentro mejor, ya he tomado la decisión de presentarme al primer examen de la oposición y cada día me siento más activa. Es un cambio agradable, aunque tiene sus contrapartidas. Tras meses de retiro espiritomental, sin apenas ver a nadie, sin quedar con gente, prácticamente sin salir de casa, pues lo cierto es que ahora lo que más me apetece es salir, quedar con la gente, hacer amigos nuevos. La primavera, además, se hace notar, la jodía. Y todo eso es poco compatible con las oposiciones. Que requieren una especie de retiro espiritomental voluntario. La vida te da contradicciones, contradicciones te da la vida.

Afortunadamente.

Afortunadamente, mi terapeuta dice que necesito, también, divertirme. Que ponerme una meta está muy bien, pero he de ocuparme también de las facetas sociales. Y una, obediente, a ello. Una boda en pocas semanas. Un rol en vivo en una más. Y espero organizarme para quedar, al menos, una vez a la semana para ver amigos.

Pero, sobre todo, toca organizarse un horario de estudio. Para evitar distracciones, me iré a la biblioteca. Y antes incluso, necesito ordenar mi sueño. Sin medicamentos. Que ya está bien de no dormirme hasta las tres o las cuatro de la mañana, si no más tarde aún. Porque volvemos al riesgo de babear sobante los apuntes y libros.

El lunes, a la academia a ver qué me cuentan, a echar la inscripción en las opos y a efectuar el pago de efeyl. El martes, empezaré a estudiar.

¡Qué sueeeñooooo!

Zirbêth, desvelada profesional.

martes, marzo 27, 2007

HERUSSA (5)

Todavía pasó más media hora antes de que el camión estuviese lleno, lo cerrasen y la mujer le diese al conductor las últimas órdenes. El hombre siguió durante todo ese tiempo en la misma posición, las manos en los bolsillos, los hombros ligeramente caídos hacia delante, la mirada perdida. Cuando el camión arrancó, la mujer reunió a los niños, les hizo dar un beso a su padre, que para ello salió de su inmovilidad y los abrazó con ternura. Tras meterlos en el coche, también cargado de maletas y trastos, fue ella quien se acercó al hombre. Se miraron largamente, sin hablar. Ya debían haberse dicho todo. Finalmente, ella se puso de puntillas y besó al hombre, que tras un segundo de indecisión renunció a abrazarla.

Cuando el coche salió de su campo de visión, Herussa aún despedía algunas chispitas rosa pálido. No es que los humanos le gustasen demasiado, y menos los adultos, pero la verdad es que a este se le veía tan triste que era imposible no sentir cierta pena por él. Pasaron aún algunos minutos antes de que el hombre reaccionase, minutos que pasó en el mismo sitio en que la mujer le besase, en la misma posición en que se quedó tras su beso. Pero, finalmente, con una especie de escalofrío, inició lo que pareció una penosa marcha hasta la puerta de la casa y, lentamente, entró en ella. Durante unos minutos, Herussa pudo ver como las luces de la casa se iban apagando poco a poco, hasta quedar tan solo la de uno de los cuartos de la plata superior. Entonces, ella misma abandonó su posición sobre el buzón y, algo perezosamente, se dirigió a efectuar su habitual ronda de estropicios y desperfectos menores nocturnos.

No fue una noche muy movida. Se limitó a desconectar el suministro eléctrico de una casa, a tirar la colada de otra al barro, hizo rabiar un rato a los perros más molestos del barrio, escondió las llaves del coche a un vecino, y a otro las gafas sin las que, le constaba a Herussa, no podía ver ni un burro. En general, esa noche Herussa no estaba muy inspirada. La experiencia del cambio en el vecindario le había dejado un poco decaída. Cierto que los humanos no eran lo que más le gustaba en el mundo, pero para un duende su vecindario es algo muy personal, algo muy de su propiedad, y los cambios les perturbaban mucho a todos ellos. Herussa sintió que a lo mejor ella había sido culpable del abandono, que no le había dedicado a esa casa tantas atenciones como merecía, y eso le hacía sentir incómoda. No supo consolarse, o no pudo quizás, con la idea de nuevos inquilinos a los que demostrar todo su ingenio y repertorio de fechorías. Algo le decía que aquel hombre iba a ser el único habitante de la casa durante mucho, mucho tiempo.

Se acercaba ya la mañana, su ronda se terminaba, pero sentía un hormigueo en su conciencia que le impedía tomar el camino a casa. Sin darse cuenta, sus pasos se encaminaron a la entrada de aquella casa ahora casi vacía y se sorprendió al ver que aún seguía encendida la misma luz que cuando se alejó de la vivienda, tantas horas atrás. Como por casualidad, se coló por la gatera. Ahora que los niños no estaban, podría campar a sus anchas por las habitaciones que, hasta entonces, sólo había recorrido cuando estos estaban profundamente dormidos. La primera claridad de la vecina mañana se colaba por las ventanas y dejaban ver la desolación de las marcas de los muebles, las pelusas eternas en donde antes habían estado las estanterías con adornos y vajillas, el hueco de los sofás y la tele, la cocina desangelada sin microondas ni tetera. Su paseo por las diferentes habitaciones le fueron descubriendo incómodos vacíos y el frío de la soledad. Subió las escaleras a saltos y se dirigió sigilosamente al umbral del que provenía la luz. El hombre estaba sentado frente a un ordenador encendido, los brazos sobre los reposabrazos de la silla, quieto pero despierto. Debía haber pasado toda la noche sin dormir.

CITA

El jueves, por primera vez en meses, he quedado con un chico. Para comer e ir al cine, una cita en toda regla. Estoy contenta. Me apetece un montón. Y eso es todo lo que puedo/pienso contar.

Zirbêth.

domingo, marzo 25, 2007

AAAAARRRGHHH

No se me ocurre nada para escribir. Me he sentado (brevemente) para ver si seguía con alguna de las dos historias que estoy escribiendo, pero ni se me ocurría nada ni me apatecía esforzarme, como otras veces. Y me siento en el blog a ver si os cuento algo (como la sesión de arqueología familiar de hoy, que ha sido muy instructiva), pero todo me parece demasiado soso, mascado, trillado, igual que cualquier cosa de la tele. Así que ya van cinco días sin que escriba en ningún lado. Eso sí, el gatito de la foto es una monada.

Estoy, mmm, mejor, supongo. He tomado una decisión que espero radique en positivo para mi salud, y para mi línea: dejar parte de la medicación. La que me hace dormir, retener líquidos y engordar. De momento, estoy bien, y deshinchándome ligeramente. Espero seguir así.

Tengo que mudarme, otra vez. Estamos mirando, aunque es bastante probable que nos quedemos en nuestro mismo edificio, pero en un piso algo más grande, aunque con peor orientación y luz. Pero me tocará una habitación más grande. Eso, si lo cogemos. En fin.

Y tengo que tomar una decisión difícil, y lo antes posible. Oposición versus trabajo. No sé qué hacer. En fin.

Zirbêth, de un soso...

TERNURA GATUNA



¡Quiero unoooooo!

Zirbeth.

martes, marzo 20, 2007

ESTILO BLOG

Llevo ya casi tres años escribiendo el blog, y poco a poco me he ido acostumbrando al estilo que facilita: escritos tipo artículo por su longitud, aunque permite el largo que a uno le de la gana; tono cambiante, absolutamente libre; posibilidad de usar cada post como un capítulo, con continuidad o sin ella, como excusa para desarrollar temas y voces diferentes; y la increible sensación de sentirse leído y retroalimentado por los lectores con sus comentarios.

Estas son algunas de las ventajas, algunas de las virtudes que a mí me han conquistado y que me mantienen aquí, si no día a día, sí semana a semana, siendo este blog y el escribir para un blog la actividad más continuada y constante de mi vida.

Zirbêth.

domingo, marzo 18, 2007

HERUSSA (4)

Herussa se detuvo sobre el buzón de la calle, echando un vistazo al panorama que ésta le ofrecía. Las casas se alineaban siguiendo la ligera ondulación de la calle, que corría bordeando una colina a orillas de un prado. Era uno de esos barrios suburbanos que disfrutaban de espacios verdes naturales, cosa cada vez menos frecuente, pues la voracidad de las constructoras no dejaba metro sin urbanizar en su codicioso avance por los suburbios de las ciudades. La calle se abría para dejar en su centro una enorme explanada de hierba, en la que perfectamente podría haberse hecho un campo de fútbol, de no ser por los altos y vetustos árboles que, aquí y allí, se alzaban solemnes y protectores, ofreciendo con sus ramas sombra en los días de verano y hogar a gorriones, cuervos y, por supuesto, ella misma.

A esas horas, ya anochecido, Herussa podía hacer su reconocimiento general tranquilamente desde donde estaba sin miedo a ser descubierta. La farola que iluminaba el buzón estaba convenientemente averiada y cualquier acercamiento humano, tanto a pie como en coche, sería lo suficientemente lento como para darle tiempo de esconderse. De vez en cuando, el ayuntamiento mandaba alguien a arreglar la farola, pero ella se encargaba de no darle a la nueva bombilla o cable una vida demasiado larga. Así que, desde su atalaya amarilla, podía observar cómodamente el ir y venir de luces por las ventanas de las casas, el trajinar en las cocinas de las madres, a los padres aparcando el coche en las cocheras, adolescentes recibiendo reprimendas por llegar tarde a cenar, parejas discutiendo, solitarios sacando la basura o al perro y todas las estampas típicamente humanas de entre las ocho y las doce de la noche. Para esa hora, la mayoría ya se había ido a la cama, si es que no a dormir, y ella podía empezar su arbitrario trabajo destructor.

Lo único desacostumbrado esa noche era un camión aparcado frente a una de las casas. Pese a ser ya las ocho y media, unos humanos toscos y corpulentos entraban y salían alternativamente de la casa y del camión, transportando muebles y cajas que dejaban con resoplidos de esfuerzo dentro del enorme vehículo. Una mujer iba y venía revoloteando alrededor de los dos trabajadores, mientras un hombre, al que Herussa reconoció enseguida como el marido de la mujer que aleteaba, permanecía quieto, las manos en los bolsillos, la cabeza hundida en el pecho, en la oscuridad parcial del porche. Herussa se sintió tentada por la idea de desinflarle una rueda al camión, pero algo en el hombre inmóvil la hizo desistir, no sin que un chisporreteo rosa de inquietud le recorriese el espinazo hasta salirle de las orejas. La idea de sentirse apiadada por la triste figura de aquel hombre la hacía sentir incómoda. Pero no podía evitarlo: tenía la seguridad de que aquel infeliz ya estaba soportando toda la espera de la que era capaz y que un eventual pinchazo de la rueda del camión iba a ser más de lo que podía soportar.

Para quitarse de encima la molesta sensación, se dijo que acercarse al camión sería demasiado arriesgado y que, además, hasta que no se fuesen cualquier otro intento por su parte de hacer una trastada sería peligrosamente arriesgada. Los hijos de la pareja aprovechaban el caos para campar a sus anchas, jugando en el porche a una hora en que los niños de su edad suelen estar cenando o en vías de irse a la cama. Así que se arrellanó en el techo del buzón y se dedicó a observar uno de esos raros momentos de su calle: un cambio.

viernes, marzo 16, 2007

ASÍ QUE...

...sinceramente, prefiero no volver a enamorarme de ese modo tan intenso. Se vive mucho más tranquilo con amores más sosegados, más fundados en valores compartidos, en intereses comunes, en confianza ganada día a día, en perspectivas y planes de futuro soñados dualmente. No quiero ningún otro amor apasionado, ni intenso, ni efervescente ni alocado. Me he hecho mayor.

Zirbêth.

jueves, marzo 15, 2007

INTENSO

Nos enamoramos. Y a veces ese amor se vuelve tan intenso que de repente nos damos cuenta de que no podemos vivir sin él. Por amor, por ese tipo de amor, podemos llegar a soportar un dolor y un miedo que por ningún otro motivo soportaríamos. Porque podemos soportar el miedo a perderlo, podemos soportar el dorlor de cada mal momento en que casi lo perdemos, y todo por esos momentos en que el amor se deja acariciar por nuestras manos, besar por nuestros labios y arrullar por nuestros te quiero. Pero sólo imaginar que de verdad lo perdemos hace restallar un dolor tan insoportable en nuestra mente que haremos cualquier cosa, soportaremos cualquier cosa con tal de conservarlo, aunque sólo sea un día más. Un día más en que poder decir te quiero, poder robar un beso, conseguir deslizar una caricia sobre esa piel que tanto amamos. El amor es tan intenso que no somos conscientes del precio tan grande que pagamos: nuestro corazón y nuestra mente.

Zirbêth.

martes, marzo 13, 2007

HERUSSA (3)

Por la mañana, le costó salir de la cama más de lo acostumbrado: había refrescado y el chocolate se había solidificado alrededor de su cuerpo. Lejos de molestarse, se deleitó desayunando en la cama, cosa que con tanto (aburrido, monótono, cargante) trabajo últimamente no había podido hacer. Tras el chocolateado desayuno, se quitó el pijama y lo metió en el armario, no sin antes despegar un trozo de almendra, y se fue a la ducha mordisqueándolo parsimoniosamente. Pero ducharse no le produjo el tranquilizador efecto deseado, sino que le trajo a la memoria el implacable destino que le esperaba: ruedas pinchadas, bombillas rotas, botellas de leche tiradas... Un chisporroteo de vivo color rojo dio un toque infernal al vapor que emanaba de la ducha.

Ya en la calle, el atardecer le permitió serenarse y fue dando un paseo antes de empezar el trabajo, solazada en la brisa invernal y el juego multicolor de la luz vespertina. Venus se veía ya junto a una luna decreciente y blanca, mientras los naranjas iban dejando paso al púrpura que precede a la oscuridad nocturna. El mal humor que le producía su trabajo era sólo una especie de rumor lejano, amortiguado por el sonido de las hojas de los árboles, el chaca chaca de los aspersores en los jardines y los sonidos amortiguados de los humanos en sus casas.

Su barrio, es decir, el barrio en que trabajaba, era uno de esos con urbanizaciones de casitas individuales pero iguales, de tres plantas con jardín y garaje. Eran casas perfectas para llenarlas de niños y sus juguetes. Los niños eran, con diferencia, los humanos más interesantes y, a la vez, peligrosos. Con su altura reducida, estaban mejor dotados para rebuscar en los armarios, bajo los muebles, entre los árboles y, en definitiva, en todos los lugares que Herussa o cualquier otro duende podía utilizar como escondite o zona de paso. Sus manos, también más pequeñas, se podían meter en lugares a los que por lo general las manos de los adultos no entraban, poniendo en aprietos a cualquiera que se escondiese en una tetera o en el espacio entre una estantería y la pared.

Pero lo más peligroso, en general, era que los niños "esperaban" verles. Ningún adulto iba por ahí tratando de pescar un duende. En cambio, los niños tenían la mala costumbre de creer en todas esas fantasías sobre duendes, ninfas, hadas y demás progenie mágica, y de vez en cuando se les metía en la cabeza que podían verla a una, con tan mala suerte que, en efecto, la veían. Eso podía llevar un notable revuelo a la vida de una duende, sobre todo si, en lugar de decírselo a sus padres, el niño se guardaba el secreto e iniciaba una búsqueda secreta del duende. Si el niño se lo decía a sus padres, con un poco de suerte el adulto le quitaba la idea de la cabeza o, si acaso, le compraba un libro sobre criaturas mágicas. Lo cual, por cierto, era lo mejor que le podía pasar a esas criaturas mágicas.

Todo el mundo humano tenía la creencia de que, cada vez que uno de ellos decía no creer en las hadas, una de ellas moría. Afortunadamente, esto no era así, aunque el humano que plasmó en un cuento tal creencia había estado muy cerca de descubrir una verdad vital para ellos, las criaturas mágicas. Y es que, si bien nadie moría por lo que un humano pudiera decir, la Magia y sus habitantes sí que tenían un vínculo importante con los humanos. De algún modo, cuantos más humanos dedicaban una parte de su tiempo a pensar en la Magia, incluso aunque fuera negándola, la Magia se veía alimentada, regenerada, aumentada. Si un humano pensaba en un hada, la Magia crecía un poco. Si en vez de pensar, hablaba de ellos en voz alta con otro humano, entonces la cantidad de Magia aumentaba. Y si se escribía, entonces ya no sólo se incrementaba la Magia, sino que se podía llegar a crear Magia nueva, ya fuese en forma abstracta o con forma y nombre de objetos, lugares y criaturas nuevas. Por eso, cuando los humanos por fin aprendieron a hablar, la Magia fue aumentando su presencia en el mundo, alimentada por los pensamientos y palabras; y cuando la palabra pasó a ser escrita, todo el mundo mágico celebró con regocijo el avance de los humanos, pues sabían que tarde o temprano alguien plasmaría en pergamino, piel o papel historias y leyendas de la propia Magia.

Así, en contra de lo que los humanos pensaban, la Magia y sus habitantes no estaban desapareciendo por el descreimiento, ni por el avance tecnológico que devoraba en su crecimiento naturaleza y espacio. La Magia siempre estaba en crecimiento y, conforme más humanos aprendían a leer y escribir, más fuerte y grande se hacía su mundo. Los humanos no tenían poder para destruir la Magia. Los humanos eran alimento y fuente para la Magia.

Zirbêth.

lunes, marzo 12, 2007

NUREMBERG

Ayer, en conversación telefónica, me dijo mi primo Saruman:

"Lo que está pasando en España con el PP refleja perfectamente lo que dijo uno de los acusados del aparato propagandístico de los nazis en los juicios de Nuremberg.
Fue muy fácil conseguir que la gente hiciese lo que queríamos. Bastó con repetir y repetir que aquellos que no pensasen como nosotros eran unos traidores que estaban en contra de la patria.

El PP suelta consignas de ese tipo, y está dando alas a los ultraderechistas fascistas de España. A saber a donde iremos a parar."

Es una vergüenza, y muy preocupante.

Zirbêth.

sábado, marzo 10, 2007

DOBLE RASERO

El mundo se rige por una serie de normas, y esas son las de cada individuo y la de todos ellos al mismo tiempo. Por tanto, hay tantas reglas, tantos raseros, como seres humanos. Por eso, uno acaba teniendo que elegir, entre el variopinto muestrario de reglas y normas, cuales son las que mejor se avienen a su forma de ser y su planteamiento de vida.

No todas las normas, eso sí, son de libre elección. Hay marcos preestablecidos de normas, unos más generales y otros más específicos. No es lo mismo nacer en España que nacer en India. La sociedad y cultura en que uno nace y vive su vida condicionan nuestras posteriores elecciones. En España, por ejemplo, es más fácil que las elecciones estén vinculadas al cristianismo, y más concretamente al catolicismo, y que en India lo estén al hinduísmo o al islamismo. Pero, pese a ser (en España) el catolicismo la religión predominante, uno puede o no elegir ser católico y vivir, más o menos, conforme a las reglas propias de ese credo.

Otro marco importantísimo es la familia. Es más importante, si cabe, que la cultura religiosa imperante, pues la familia es el centro principal de educación, y de nuestra educación en el seno de la familia podemos adoptar, y de hecho adoptamos, muchas de las normas con las que vivimos la vida de adultos. Por eso, en una familia católica practicante, es más probable que se eduquen católicos practicantes, y viceversa, en una familia de ateos se suele educar en la no creencia en religiones.

Pero ni la cultura mayoritaria, ni el entorno familiar son definitorios al cien por cien. Hay mucho hijo ateo de familia católica practicante, y conozco creyentes hijos de familias ateas (aunque más lo primero que lo segundo). Es decir, que una vez somos adultos, cada día se nos plantea la posibilidad de tomar elecciones sobre las normas según las cuales queremos vivir la vida. Normas, no lo he dicho antes pero lo digo ahora, que no son sino los valores éticos y morales según los cuales regimos nuestra vida, tratamos a quienes nos rodean, esperamos ser tratados, actuamos en cada situación, etc.

Muchas veces, esas elecciones son más adaptativas que libres. Es decir, que aprendemos a vivir de un modo que nos resulta más práctico y efectivo y, aunque racional y conscientemente sepamos que esas elecciones automatizadas son menos buenas éticamente que otras (por no decir que son directamente inmorales), como nos van bien, nos las quedamos. Son esas elecciones adaptativas las que sostienen comportamientos tales como los que llevan a gente a meterle fuego a un bosque porque se beneficiarán de la madera que venderá luego, o de la recalificación del suelo; o también las de aquellos que, indecisos entre dos personas, mantienen una doble relación, es decir, son infieles.

Y también hay veces en que, teniendo claro que esos comportamientos son inmorales, y sabiendo que no serían aceptables para nosotros si fuésemos las víctimas de los mismos, aplicamos un DOBLE RASERO: llegado cierto momento caemos precisamente en comportamientos contra la norma, pese a nuestra conciencia y pese a los riesgos. Porque, no nos engañemos, ir contra las normas, las hayamos adoptado para nosotros o no, nos parezcan bien o mal, constrictivas o aceptables, ir contra las normas implica correr riesgos (el primero de ellos es el riesgo que hacemos correr a los terceros víctimas de nuestras transgresiones. Lamentablemente, ese riesgo es el que menos nos importa una vez decididos a pasar de las normas. Aunque no siempre.).

A veces actuamos en medio de una enorme confusión, impulsados por sentimientos intensos (amor, deseo, culpa...), que hacen tambalearse nuestros valores y que corramos riesgos innecesarios, causemos dolor a terceros inocentes, incluso a aquellos a quienes queremos o creemos querer. Sin embargo, esto no debería ser así. Porque nuestros valores, además de definirnos, nos protegen de un daño fundamental que nos arriesgamos a causarnos a nosotros mismos. Porque ir contra nuestros valores, contra las normas que voluntariamente hemos aceptado (activa o pasivamente), daña la imagen que tenemos de nosotros mismos, nuestro autoconcepto, el cariño que nos tenemos.

Los dos ejemplos de comportamiento anteriores son claramente dañinos para terceros (medio ambiente y personas), y van contra normas de convivencia que sostienen y alientan valores éticos de conducta. Pero, está claro, aquí ambos se benefician, el pirómano de pingües beneficios económicos, el infiel del gustirrinin sexual o de cubrir con los dones de uno de los engañados las carencias del otro. Ambas conductas, inmorales y deshonrosas, conllevan a la vez un enorme riesgo. Si se descubre al pirómano, irá a la cárcel y se le joderá el negocio. Si se pilla al infiel, podrá perder desde el cariño de su pareja a la amistad de aquellos de quienes le rodeen y que tengan principios y valores más firmes.

He acudido a dos ejemplos radicalmente diferentes, porque los riesgos que entrañan ambas posturas son muy distintos. El primero puede experimentar sobre sus carnes todo el peso de la ley. El segundo, la pérdida emocional y el desprestigio personal. Ambos riesgos son enormes. Pero, además, tendrá que vivir con la memoria de su bajeza, con la conciencia intranquila. Durante mucho tiempo, hará malabarismos con su pensamiento para justificar lo injustificable. No sólo correrá el riesgo de perder la estimación de su pareja y de sus amigos: podría perder la suya propia.

Estos temas son temas sobre los que he pensado mucho y que, últimamente, han centrado mi atención. Si habéis prestado atención al post Pendiente, en él digo que el objeto de mi deseo tenía novia. Por aquel entonces yo tenía veintitrés años, estaba cabreada con el mundo machista en general y con los hombres en particular: no quería tener una relación de verdad con ninguno de ellos. Así que, para evitarme jaleos, y reafirmarme en mi creencia de que eran todos unos cabrones, sólo salía (me liaba) con chicos con novia. Mis valores éticos, por aquel entonces, estaban a la baja en muchos aspectos, por una mala interpretación de lo que era rebelarse contra el mundo en la que fui tan idiota como tantos otros jóvenes y adolescentes, pero, debo decir, más sincera. Porque yo era así abiertamente. Admitía y declaraba mis "principios", establecía las reglas del juego y era fiel a mí misma y a mis palabras. En una ciudad donde la hipocresía me parecía a mí (tan directa y sincera) las turbulentas aguas contra las que remar y luchar, enarbolaba la bandera del descaro y el desprecio a las normas, las mismas que ellos mantenían respetar pero que, en realidad, se pasaban por la quilla sistemáticamente. Eso sí, había que disimular. Mis principios éticos, de aquel entonces, aunque a la baja, sí contaban entre ellos con algo que sigo valorando ahora: la sinceridad, el ser honrado con uno mismo. Yo era una golfa, pero no trataba de pasar por algo que no era y todo el mundo estaba al tanto de quien era. Yo no engañaba a nadie. La mentira, la hipocresía, siempre me ha levantado ampollas.

Varios años después, fui yo la amante, por una noche, y decidí que nunca jamás iba a pasar por eso. Jamás iba a ser la responsable de dañar a nadie poniéndole los cuernos, pero tampoco iba a ser la cómplice de nadie. Si alguien me gusta y tiene pareja, deja instantáneamente de interesarme. Si alguien tiene novia y le intereso, lo siento mucho pero no pienso ser responsable del posible dolor de otra persona (amen de que la persona que me propone serle infiel a su pareja pierde muchos puntos y cualquier posible atractivo para mí). Si salgo con alguien y en algo no me llena, trato de arreglarlo, o le dejo. No juego a dos bandas ni miento a nadie. Sobre todo porque, para mentir a otros, primero me tendría que mentir a mí misma. Yo sé que eso no está bien, e ir contra mis valores sería ponerme en la tesitura de sufrir por pisar mis propios principios, bajar ante mí misma la estima que me tengo por tener esos principios, correr el riesgo a perder a las personas que supuestamente quiero, a que mis amigos se enteren y me estimen por eso menos, a que mis actos lleven el dolor y problemas al grupo de amigos.

Y que nadie piense que pongo a los demás por delante de mis propios intereses. Es que entre mis principales intereses está el ser honrada y vivir en base a mis principios, entre los que se encuentra no estar con alguien a quien realmente no quiero, no traicionar la confianza que me tienen las personas queridas, no causar un dolor que no quiero para mí y que jamás consentiría ni perdonaría en mi pareja, etc. Es decir, que mis principios son una parte importantísima de mí y para mí, y no estoy dispuesta a pisarlos por nada ni por nadie. Soy mucho más feliz así.

Zirbêth.

PD/Poco amor te tienes si consientes que te pisoteen; poco amor sientes tú si pisoteas.

viernes, marzo 09, 2007

OZ

We're off to see the Wizard
The Wonderful Wizard of Oz
We hear he is a Whiz of a Wiz
If ever a Wiz there was
If ever, oh ever, a Wiz there was
The Wizard of Oz is one because
Because, because, because, because, because
Because of the wonderful things he does
We're off the see the wizard
The Wonderful Wizard of Oz

Me tiene picadísima esta canción travalenguas que han escogido para un anuncio. ¿A vosotros no?

Zirbêth.

COMENTARISTAS

Es curioso que, en la mayoría de los blogs que visito, los comentarios son mayoritariamenet de amigos de los blogueros, mientras que en el mío son más los lectores a quienes no conocía o conozco de manera personal. Y debo admitir que me da envidia y penita que mis amigos directos rara vez hagan comentarios en mi blog. Por si alguien lo dudaba, me encanta que me lleguen comentarios, aunque muchas veces no conteste a ellos. Quizás debería dar más retroalimentación...

Zirbêth.

jueves, marzo 08, 2007

"TAREAS PARA CASA"

Escribo mucho últimamente. Eso ya lo sabéis los que estáis siguiendo este blog y la historia nueva en mi segundo blog.

(Debo decir que, en realidad, no es el segundo blog que abro, pues he empezado al menos cuatro blogs más de manera independiente, dos de ellos con verdadera intendión de escribir, y dos donde, cuando lo estaba pasando tan mal y estaba tan cabreada con mi ex y el mundo en general, escribía mis pensamientos más oscuros y despotricaba a lengua suelta, respectivamente. Además, tengo otros dos blogs compartidos: uno de reciente apertura, Cruce de Caminos, con dos de mis mejores amigas, Erendis y Miriel, de aventuras medievales, y otro con Purgatorio, erótico, que finalmente no seguimos escribiendo [aunque nunca se sabe, tal vez lo retomemos algún día]).

Lo que no sabéis es que me obligo a hacerlo. Es parte de la terapia para salir del sitio en que me encuentro y que, a veces, me hace ver frente al espejo a Igantius Relly en vez de a Éowyn Zirbêth Atharien (etc.). Algo que no es nada alagüeño, como sabréis los que hayáis leído La conjura de los necios. Tranquilos, que aún no he engordado tanto, XD.

Así que escribo. Porque, creo (y mi terapeuta también), el camino de la creatividad es el que me llevará de nuevo a la vida que debería tener. Esa vida que imagino con trabajo estable y satisfactorio (dentro de un orden), disfrutando de mis amigos y familia, enamorándome (sin que el estrés me destroce, como la última vez) y, a la larga, creando una familia. Una vida normal y sencilla, ya véis. No pido demasiado. Si luego, además, algún día publico algo, pues miel sobre hojuelas.

Zirbêth.

miércoles, marzo 07, 2007

PENDIENTE

Llegar a clase a las ocho y media de la mañana suponía levantarse a las siete y pasar cuarenta minutos en la Vespino, congelándome. Bueno, era eso o levantarme a las seis para, tres autobuses más tarde, llegar a clase a las ocho menos diez (facultad cerrada), o no llegar. Es lo que tenía vivir en un inmundo pueblo a varios kilómetros de la ciudad. Pero, eh, era clase de Próximo Oriente Antiguo, y me encantaba. Creo que todas las asignaturas me gustaban. Mi vocación frustrada: Historia. Así que, al menos al principio, llegaba a clase siempre, fuese a la asignatura que fuese.

Aquella mañana llegué justita, cuando los mejores sitios estaban ya pillados, así que me apoltroné en una de las filas finales, junto a un radiador para aprovechar el calor y recuperar la sensibilidad de las manos, los pies y el culo (lo primero que se me enfría siempre y lo que más tarde en reaccionar después). Digo que me apoltroné porque, aprovechando que no tenía a nadie al lado, me repantingué, apoyando todo mi brazo derecho y, mientras escuchaba al profesor de turno, me dediqué a mirar por el enorme ventanal el todo y la nada del paisaje.

A los pocos minutos, cuando empezaba a desaparecer el cosquilleo fruto de la descongelación, alguien se sentó a mi lado. Lo supe por el ruído de la mochila al caer sobre la mesa, el fris fras del abrigo mientras se lo quitaba, y por eso que se siente cuando alguien invade nuestro espacio vital. No quedaba más remedio que adoptar una postura más civilizada, así que me incorporé de mala gana y me giré a ver quien era mi compañero de pupitre.

La escena debió ser así. Plano ligeramente picado que nos muestra dos personas sentadas que se dan la espalda, una pelirroja y otra rubia, ambas de cabello largo (la pelirroja más, claro). Como a cámara lenta, ambas cabezas se girán a la vez y, por primera vez, ambas personas se ven. Segundos de silencio y una especie de... ¡relámpago! cae del cielo e ilumina unos ojos como aguamarinas escoltados por unas pestañas rubias, todo en una piel blanco dorada que alcanzaba la perfección en unos labios deliciosamente rojos, jugosos y con un pendiente de plata justo en medio del labio inferior.

Me faltó la punta de un alfiler para arrancárselo de un mordisco allí mismo, delante de todos y sin mediar palabra. Pero encontré el suficiente autocontrol para limitarme a disimular la cara de "dioses-menudo-tío-pero-que-bueno-que-está" y sonreir en lo que, intenté, fuese una pose seductora. Creo recordar que él me miro un tanto perplejo y, seguro, con cara de medio dormido. Aish. Primer intento, fallido. Sobra decir que no me enteré de nada en la clase. Estaba yo en otra cosa...

Pero ese mismo día, en otra clase, mejor ubicados, surgió hacer un trabajo en grupo. Íbamos a ir a visitar unos restos arqueológicos y teníamos que responder un cuestionario y no sé qué más. Así, me las ingenié para formar grupo con él y con otros dos chicos más (si no recuerdo mal, que todo es posible que fuesemos más en el grupo). Así que, aquella tarde, quedamos todos en el piso del rubio de ojos cual laguna de isla del Pacífico.

La quedada fue para organizarnos, pero como eran las primeras semanas del curso, de primero para más señas, estábamos todos deseando conocer gente y hacer amigos, así que entre chuches y folios de apuntes fueron pasando las horas, y poco a poco, los miembros del grupo (yo era la única chica) se fueron reduciendo y, al final, me quedé a solas con el objeto de mi deseo. Y, ya con el campo libre, saqué la artillería pesada: una seguridad en mi misma que ya no tengo y unos nervios de acero en estas lides que también perdí por el camino. Bueno, y muuuuucho morro.

Mi ataque fue directo, más gestual que verbal (no imaginéis nada raro, que la cosa se reducía a miradas muy directas y movimientos lentos y calculados), y el pobre se puso muy nervioso y empezó a hablarme de su novia, de lo mucho que la quería y lo maja que era, y bla bla bla. Yo le dejaba hablar, mientras sentada en su cama, junto a él, me iba recostando apoyada en los codos, comiendo caramelos todo lo sensualmente posible. Al final, por fin, se quedó callado. Yo me levanté, cogí mis cosas y, antes de salir de su cuarto, le miré fijamente a los ojos y le dije "Todo eso está muy bien. Pero ahora mismo te mueres de ganas de besarme". Me miró con los ojos muy abiertos: "¿Y tú cómo lo sabes?", dijo. Entonces, me marché.

Al día siguiente, en el autobús, camino a la visita arqueológica, ya no me importó que toda la clase y los profesores fueran testigos. Le arranqué el pendiente del centro de su jugoso labio.

Zirbêth, rememorando otros tiempos.

ESTO DE LOS MEMES...

Paseándome por el blog de Ohdiosa, he visto ya dos memes, es decir, pequeños desafíos a contestar preguntas o hacer pequeñas tareas divertidas, o... ¡qué sé yo!

La cosa es que, por tentadoras que han sido sus memes, lo que me ha dado ganas de emularla ha sido el post Piercing. Así que, en breve, disfrutaréis (o no) de algo que pasó hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy lejana. Pero, mientras tanto, ahí queda esto:

Diga su nombre en voz alta: ¿Cuál de ellos? Es que, si los digo todos, más que decir mi nombre estaré salmodiando. O lo que sería más preciso, pareceré un ent.

Diga el nombre de su blog en voz alta: Está bien, pero sólo porque estoy sola en casa.

A partir de este momento responda sólo Sí o No: pasó, soy una viciosa del uso superfluo de palabras, y como este es mi blog, sigo la famosa regla 33 de los juegos de rol: el master (bloguera) hace lo que le sale de los huevos (ovarios).

¿Está enamorado? No, al menos no de ningún humano.
¿Seguro? Déjame pensaaaar. Nop, no estoy enamorada.
¿Él lo sabe? Él puede que lo crea, sea quien sea él, pero la respuesta sigue siendo NO.
¿Podría usted mejorar la situación? Mmmm, na, eso se lo dejo al azar, que yo tengo muchas cosas que hacer.
¿Empeorarla? Si lo hago, os lo cuento, palabra.
¿Cree su blog es mejor que la media? Mejor no, increiblemente superior. De hecho, los de Planeta han decidido crear un premio blog y el mío será el primer ganador...
¿Tiene pensado mejorarlo? Me conformaría con mantenerlo, aunque sí, aspiro a mejorarlo.
¿Funcionará? Depende de lo que se entienda por mejorar. Seguirá adelante, que ya es más de lo que muchos blogueros pueden decir (que salga modestia, que entra Zirbêth).
¿Se ha auto meneado algún post? ¿Qué significa eso? Que la lengua cambie tan rápido me tiene desconcertada...
¿Responde a sus comentarios? A veces, sólo a veces. Y me temo que más cuando me siento insultada que cuando me gustan. Igual me iría mejor al revés.
¿Se la ha medido alguna vez? 1097. 1098 con este.
¿Sabe tirarse de cabeza al agua? Sí (por cierto, que como vigilanta de la piscina te diré, Ohdiosa, que para salvar a alguien no hay que tirarse de cabeza: tienes que mantener la cabeza fuera del agua para poder ver a quien pretendes rescatar [ale, ya me salió la vena pedante]).
¿Sabe cocinar? Sí, aunque procuro evitarlo. Soy una vaga redomada y, además, P. cocina tan bieeeen...
¿Se cree guay? Mierda, me ha salido un sarpullido. Soy friki, soy friki, ¿cuántas veces voy a tener que decirlo?
¿Matarías a alguien? Sólo en defensa propia y como último recurso. OP eso creo, porque detesto la violencia, aunque la use verbalmente.
¿Morirías por alguien? Buena pregunta. Si mi muerte salvase cientos de vidas y eso no significase a la vez matar a alguien, entonces sí. Sería una transacción lógica: una vida por la de muchas otras. Pero con el sentido romántico baboso de morir por alguien NO, ni siquiera metafóricamente. Nunca más.
¿Cerraría el blog sin dar explicación alguna? No creo que vaya a cerrar el blog jamás, aunque me tome vacaciones alguna vez.
¿Cree que el blog ha aportado algo a su vida? STantas que me sería difícil enumerarlas. Entre las más importantes, varios amigos estupendos, relax, risas, realización... incluso sexo jejejeje.
¿Y usted a la de sus lectores? Me gusta pensar que sí.
¿Su animal favorito es el lagarto? No, pero tambien me gustan los reptiles.
¿Ha comido lagarto alguna vez? No en mi vida adulta, pero a saber si de enana me comí alguna lagartija. Lo que sí he comido son gusanos: mi teporía es que si vive en un higo y se alimenta de higo, sólo puede saber a higo.
¿Tiene alguna pasión oculta? Pasiones, muchas. Ocultas, me parece que no. Soy bastante clara.
¿Y alguna virtud, algo que se le dé bien? Se me da bien apoyar a las personas que quiero en momentos malos. Eso, y escribir. Ambas cosas debería hacerlas más amenudo
¿La ha utilizado para ligar? Escribir sí, sin duda. Apoyar a amigos... no directamente. Para ligar, cuando lo hacía, usaba mi despanpanante cuerpo y un descatro rayante en lo inapropiado en una dama. Que coño, totalmente inapropiado en una dama. Ahora no ligo, ni tengo cuerpo despanpanante. Maldito sobrepeso...
¿Cree en algún Dios? Soy una atea convencida, cada vez más. Mi fe, puesta a depositarla en algo o alguien, está toda invertida en la humanidad. Por increible que parezca.
¿Utiliza Linux y porqué lo recomienda? Uso Firefox porque me libra de muchos de los virus que Internet Explorer deja pasar tranquilamente, porque me cae gordo Microsoft, pero no tengo instalado en ningún Linux completo porque soy una vaga y no me quiero tomar la molestia de aprender a sacarle todo el partido.
Preguntas propuestas por Ohdiosa:
-¿Qué estás escuchando ahora mismo? El capítulo de Friends en que Joey le confiesa a Rachel que está enamorado de ella.
-¿Recuerdas la última vez que viste amanecer, que la noche fue tan larga que se hizo día sin darte cuenta? Sinceramente, no. Pero recuerdo muchos amaneceres a medio día bautizados de caricias y jadeos. ¿Cuéntan?
-¿Sueles llegar tarde a las citas? Sí, soy un desastre y tiendo a perderme o a pasarme la parada de metro por ir leyendo.
-¿Dulce o salado? TODO, XD
-¿Serie de televisión preferida? Anatomía de Grey, Heroes, Perdidos, House, Entre fantasmas, Smallville...
-Un recuerdo de tu infancia: Las horas y horas jugando en la urba a "los monstruos", juego de nuestra invención que harían amarillear de envidia a los creadores de juegos de zombies, películas de terror y algunos masters de partidas de rol.
-¿En quién piensas últimamente para un momento de pasión desenfrenada? Trato de recordarme soltando uno de esos sentidos y sinceros "qué bueno está", pero no me viene ninguno concreto a la memoria. Pero me zamparía, a veeeer, a, mmmmm,... No me sale. Me apetecen unas natillas, no sexo.
¿Se te ocurre alguna otra pregunta más para esta mierda? Pues no sé...
- ¿Qué es eso de comer de lo que podrías reventar antes de parar? Helado de tarta de queso y fresas, de Häagen Dazz.
- ¿Cuándo y dónde perdiste la virginidad? A los diecisiete en una cama, en un chalet en la playa.
- ¿Lectura o música? Lectura, siempre, siempre. La necesito para vivir.
- ¿Hay algo que produzca un miedo de esos irracionales por los que luego te sientes ridículo? Las agujas. No soporto las inyecciones, me pueden dejar destrozada durante un día entero, en el que sólo seré capaz de dormir y dar pena. Una vez salí corriendo del dentista cuando fue a ponerme la anestesia para sacarme una muela (que conservo), y para ponerme la antitetánica en la barbilla cuando me la rompí hicieron falta cuatro enfermeros.

En fin, ahí queda eso.

Zirbêth.

martes, marzo 06, 2007

HERUSSA (2)

Del portazo, varias hojas muertas cayeron de sus ramas, y los once cuervos que vivían en la copa salieron revoloteando, indignados. Pero a Herussa todo eso le daba igual. De hecho, era parte de su trabajo, así que cumplía, más si cabe, con sus obligaciones. Un chisporroteo rojo y púrpura se le escapó por debajo del birrete sólo de pensar lo convenientemente complaciente de su enfado para con sus jefes. Debería echarle valor y hacer algo que de verdad les molestase. Debería salir y arreglar el pinchazo de la bici. Sí, e hincharle la rueda y recolocar la cadena. Así se enterarían de quien era ella.

Bajó por las escaleras del túnel hasta llegar a la cocina, abrió la nevera y se quedó allí, mirando obnubilada, mascullando entre dientes su terrible venganza. Cogió de la puerta una botella de zumo de alas de abeja y libélula y le dio un buen trago, dejando el borde de la botella lleno de saliva, lo cual pareció serenarla un poco: el chisporroteo ya sólo era ligeramente anaranjado. Dejó la nevera abierta y buscó en la estantería unos cereales, se llenó un bol y echó el resto del zumo que quedaba en la botella sobre ellos. Sorbió las últimas gotas de zumo y volvió a poner la botella en la nevera, la cerró y se llevó el bol con los cereales con ella. A Herussa le relajaba mucho comer en la cama, y esa noche estrenaba lecho, así que la perspectiva del la cena le hizo esparcir unas cuantas chispas verdes. Para ponerse más cómoda, se quitó el uniforme de trabajo, se enfundó su pijama lila favorito, encendió la lágrima y buscó su sintonía preferida. Le encantaba esa serie sobre humanos idiotas haciendo humanadas y creyéndose muy listos. Le gustaba porque podía reírse de los estúpidos guionistas que demostraban saber, mmmm, nada en absoluto de humanos. Pero ser absurdo era una opción vital perfectamente respetable, y no sería ella la que exigiría más documentación y fidelidad a la realidad. Ya tenía bastante realidad cada noche. Incluso dormidos, los humanos eran un auténtico aburrimiento.

Pertrechada, pues, con su pijama y los cereales, se tumbó en su chocolatina nueva y se dispuso a pasar una velada pasada por chocolate que, esperaba, la llevaría a un sueño reparador y un despertar pringoso y deleitante. La comida humana, si no prohibida, si estaba altamente contraindicada, pero eso lo decían esos que no sabían lo maravilloso que era despertarse a medio sueño y darle un mordisco a un tropezón y un lametón al chocolate puro de una buena tableta de chocolate con almendras. Además, los baños de chocolate eran estupendos para mantener la piel tersa y suave. ¡Ellos se lo perdían!

Zirbêth.

CON PELOS Y SEÑALES

Hoy he tenido un sueño tremendo. Tremendo por trama, por detalles, por argumento, por vívido, por preciso y por, en definitiva, ser más un película que un sueño. Con final abierto, eso sí: un to be continued en toda regla. Tanto es así, que he decidido escribir y desarrollar ese sueño en un nuevo blog. Se llama Segunda Piel, y ya está enlazado en el blog.

Os haría una sinapsis o resumen de la historia, pero creo que va a ser mejor si la descubrís poco a poco, leyéndolo.

Zirbêth.

HERUSSA

Herussa estaba cabreada. Por eso iba por ahí dando puntapiés a los capullos en flor, a las brillantes telas de araña, a las gotas de rocío y a las botellas de leche de todas la puertas de su calle. Herussa tenía una mala noche. Que digo una mala noche, una mala luna entera. Ese alba sólo estaba siendo el remate final de una racha aborrecible de aburrimiento y rutina. No recordaba una temporada de encargos tan pesados y repetitivos desde que había entrado a formar parte del Cuerpo de Desveladores Nocturnos, Brigada de Obstáculos e Inconvenientes. ¡Y pensar que se presentó voluntaria! "Enrólate y disfrutarás de gamberradas sin fin y destrucciones masivas", decían. ¡JA! Desde que la nombraron agente oficial, no había hecho más reventar bombillas y vaciar ruedas de coches, amén de alguna que otra lavadora desaguada o, en un par de ocasiones, guisos festivos completamente calcinados. "Un aburrimiento total", volvió a pensar para sí, mientras, distraídamente, hincaba del revés un aspersor en la entrada de un hormiguero. "Las peores calificaciones de mi promoción, y ¿esto es todo lo que obtengo? ¿Tanto esfuerzo e ingenio para acabar fastidiando desayunos y cenas? Yo valgo para mucho más. ¡Y algún día lo demostraré!"

Pero el sol casi había salido, el sueño la reclamaba y las magnificas demostraciones que se vanagloriaba era capaz de hacer tendrían que esperar, por lo menos, a la noche siguiente. Echando (literalmente) chispas, sacó la cadena de la bici apoyada en su árbol, le pinchó una rueda y, de un portazo, se fue a casa.

Zirbêth.

lunes, marzo 05, 2007

Y ES QUE SE ME ABREN LAS CARNES...

Hoy me he dado mi habitual vuelta por la edición digital de El País, y me he topado con el siguiente titular: "El peso de los sueldos en la economía de la UE cae a sus niveles más bajos". Para empezar, me parece un modo enrevesado de decir que los sueldos son cada vez más bajos. Me pregunto si estarán tratando de despistar a alguien. Un cosquilleo me recorre el cuerpo. Pero en fin, voy y lo leo. Y es entonces cuando, definitivamente, el cosquilleo se convierte en fractura de las de doble sutura en quirófano para cerrarse: resulta que, al parecer

"El sacrificio de los salarios en la UE ha sido tan intenso durante los últimos años que puede quebrar el modelo social europeo. La advertencia viene nada menos que de los máximos responsables de la economía de los Veintisiete."

Ahá. Ya.

Me surgen dos dudas: ¿qué ha sido lo que les ha llevado a tal reflexión? y ¿qué méritos académicos y laborales hay que tener para llegar a ocupar sus puestos?

Manda wevos. Que el poder adquisitivo de los currantes ha ido en descenso cada vez más vertiginoso a lo largo de los últimos quince o veinte años es algo que cualquiera que trabaje en España sabe, a poco que trate de llegar a fin de mes haciendo algo más que cubrir las necesidades más básicas (o incluso sin tratar de hacer nada más). Así que, entiendo, de repente se han dado cuenta de que nuestro nivel de endeudamiento es tal que pronto no van a poder ganar todo lo que están acostumbrados a ganar vendiéndonos sus productos (ni siquiera los productos financieros llamados créditos que muchos "compramos" para poder comprar) esos que se forran con los beneficios de las grandes empresas. Porque buena parte del beneficio de los accionistas se saca directamente de la "miserabilización" de los sueldos de los trabajadores.

Pero resulta que con esos sueldos cada vez podemos gastar menos, es decir, que ellos no venden. Y si no venden, se acabaron los beneficios. Esto, tan complicado de entender, es de lo que se han dado cuenta esos señores tan importantes del Consejo de Economía de la UE.

Bromas aparte. El que sea noticia en los periódicos algo que es vox populi, el que se hable de ello en el Consejo, sirve para algo: para que nos llevemos las manos a la cabeza y se nos abran las carnes (más aún) por la preocupación.

Muy mal anda la cosa para que, por fin, los de ahí arriba se molesten en prestar atención al tema.

Zirbêth.

FRIKI

Ser friki, en España y hoy en día, no es lo mismo que serlo en U.S.A. o Inglaterra. Ser friki en España, al menos entre nosotr5os, los frikis, no es un insulto. Lo era, pero el tiempo y el lenguaje, en amor y armonía, han hecho de él una especie de seña de identidad me atrevería a decir que incluso pretigiosa. Por eso, yo, que soy friki, sé que lo soy y me alegro de serlo.

A lo mejor es una de esas palabras que, como pijo, son insulto en según que vocas, mientras que en otras seguro que causa cierto orgullo. Por difícil que sea de creer para un friki, un pijo suele querer ser pijo y gustarle serlo. Y por increible que resulte para un pijo, un friki está feliz y orgulloso de su frikismo, o de sus frikismos. Y así, en un alarde altruista, siento que eso está bien. Me alegra que a los pijos les alegre ser como son. Aunque una parte de mí no los soporte. Es una de esas contradicciones de mi personalidad, como cuando veo a una mujer gorda llevar ropa supersexy: una parte de mí se alegra de que le importe un comino el qué dirán, la estética normalizada y la madre que los parió a todos, aún cuando otra parte de mí (¿será pija, o sólo idiota?) suda de desaprovación estética y enrojece de sentido del ridículo ajeno. Total, yo misma ahora soy una gorda y sigo llevando la misma ropa de antes (aquella en la que aún quepo, se entiende), y siento esos dos polos opuestos ante mi reflejo en el espejo y en las pupilas ajenas.

Pero a lo que iba. Soy friki, desde siempre, desde antes de que hubiera una palabra para nombrarlo de manera sencilla. Y esta friki ha sido inmensamente feliz esta tarde con algo tan sencillo como el revisionado de Superman Returns. Y eso que no es la que más me gusta y que echo muchísimo de menos a Christopher Reeve. Pero mucho, mucho. A ver si la mula termina de bajarse las demás entregas y me pego una Superman session un día de estos.

Zirbêth, viciosa de los superhéroes.

viernes, marzo 02, 2007

TIEMPOS MEJORES

Viviendo aún en Valinor, pasé un verano en Númenor, cosa de mes y medio, trabajando de socorrista, una vez más. Y, como siempre que ejerzo al borde de una piscina, tenía conmigo una libreta donde escribía cuando el cuerpo me lo pedía.

Ese verano fue de lo más fructífero. Mi cerebro, estresado emocionalmente como lo estuvo durante todo el tiempo de aquella relación, estaba, sin embargo, de lo más creativo. De ese mes piscinero son el principio de una obra de teatro y el guión técnico de un corto largo.

La obra de teatro sigue en fase de creación, paralizada desde entonces, pues respondió a una inspiración muy concreta tras leer el Ayax de Sófocles, y está escrita en ese mismo estilo y lenguaje. Empieza así:

"ULMO: De siempre, hijo de Earendil, te he visto serio y reflexivo, vigilante para con los pasos del Enemigo Oscuro. Y ahora te veo frente al campamento de Isildur, desde hace tanto rato caminando a la orilla de mis aguas, arriba y abajo, meditando preocupado. Bien te guía tu corazón, pues dentro el Hombre, con la mirada perdida y las entrañas hirviendo de ambición, ha sucumbido a la astucia del Enemigo, una vez más. No sigas cavilando y dime qué duda te corroe. Yo todo lo vi y podré informarte.

ELROND: Ulmo, valar que me es más querido. ¡Qué clara escucho tu voz desde las aguas cristalinas! ¡Y cómo se apodera de ella mi corazón, aunque mis ojos no alcancen a verte! Bien sabes que mis pensamientos siguen fijos en la maldad del Enemigo y en quien, ¡ay!, se ha convertido en su nueva herramienta. Porque es increíble lo que nos hizo apenas acabada la guerra que creímos ganada, aquel bajo quien precisamente nuestras esperanzas de victoria tomaron forma. Isildur, hijo menos de Elendil, heredero de los hombres fieles de la perdida Númenor, ha caído en la sombra, y la perfidia del Enemigo ha infectado de avaricia su corazón. Pues has de saber que ha guardado para sí el artefacto del Señor Oscuro, el Anillo Único, en vez de arrojarlo a los fuegos del Monte del Destino, para que el poder y la esencia de Sauron que contiene se destruyeran, y eliminar así completamente su amenaza sobre los Pueblos Libres de la Tierra Media. Pues mientras exista el Anillo ninguna victoria será definitiva.

ULMO: Lo sabía, Elrond, y por ello hace tiempo que me puse en camino para tratar de protegerlos.

ELROND: Dime pues, mi señor, si son ciertos mis temores."

Es bastante más larga, por supuesto, pero está inconclusa. Hay un guión de como ha de transcurrir todo, aunque necesito revisarlo. El otro día pasé a limpio la libreta y había cosas que ya no me gustaban y que necesito cambiar... cuando encuentre la versión del Ayax que me leí, pues fue su estilo y lenguaje, que ya he mencionado, lo que me inspiró esta obra que, ojalá, algún día terminaré y llevaré a escena: Isildur.

Pero que yo escriba algo así no es tan sorprendente como otra cosa que encontré entre las páginas de la libreta. Son unas notas de algo que debía estar relacionado con la lectura del momento. Las transcribo a continuación.

"Filosofía de la conciencia

I-- cosificación
I
I
I acción racional con respecto a fines ----> teleológica
I considerar racional sólo lo útil como mercancía
I-->lo que tiene valor de cambio

razón comunicativa:
- funciones discursivas: pretensiones de validez de los argumentos
- relación hablante-mundo: reclamo de validez

racionalidad comunicativa: el pensamiento es radicalmente dialógico

-----------------------------------------------------------------------

Racionalidad de la acción social:
- Es racional lo que se puede argumentar.
- Se pueden argumentar las cuestiones práctico-morales y práctico estéticas (no sólo las cognitivas).
- La argumentación es posible porque existenten pretensiones de validez de esos argumentos relativas a tres campos:
- ciencia-técnica,
- moral-derecho,
- arte."

Cuando lo encontré me quedé alucinada. Si alguno se ha perdido, que no se apure: yo también me perdí... Y esa es la cuestión. Lo que me pasa, esta enfermedad, lleva consigo un deterioro mental limitador y frustrante a partes iguales. Cuando me leí en estas palabras, de mi puño y letra, juro que no me reconocí. Me quedé alucinada de que yo en algún momento hubiese podido llegar a esas conclusiones. O, tal vez, no eran conclusiones, sino un esquema de algo que estaba leyendo (eso sería mucho más probable). Pero, aún así, era algo que me interesaba, que leía en ese mnomento, que quería aprender.

Quien me ha visto y quien me ve... Espero volver a ser ese yo de entonces en algún momento futuro.

Zirbêth.

FLASHBACKS

De vez en cuando, sobre todo cuando alguien me lo sugiere o comenta, me doy un paseo por algún post del pasado. Ya van casi tres años de blog y, aunque desiguales en cuanto a producción, temática y calidad, son memoria que puedo recuperar de un modo mucho más vívido que apelando a mis neuronas.

Dentro de unos años (dudo que cierre este blog jamás) me asomaré a estos últimos meses y me pregunto si me reconoceré en lo escrito. ¿Nunca os habéis dicho "quiero recordar este momento exactamente así, siempre"? Yo me recuerdo muchas veces, sobre todo de niña, diciéndome palabras parecidas y mirando intensamente alrededor tratando de memorizar cada rincón y detalle de la escena. Pensando muy conscientemente que aquel momento era muy efímero, tanto que hasta mi memoria lo delegaría en favor de cualquier otra cosa más reciente, más necesaria. Me recuerdo de niña flotando en el agua, jugando a "los paracaidistas", sumergida con los ojos abiertos, viendo las burbujas de aire escapar de mi nariz mientras poco a poco alcanzaba la superficie. Es uno de los recuerdos que deseé no borrar jamás, pero si he de ser sincera no sé si lo recuerdo realmente o si la imaginación suple con mimo lo que la memoria ha dejado a oscuras. En ese "recuerdo", no veo lo que mis ojos verían: me veo a mí entera, cosa imposible a todas luces, sumergiéndome de cabeza hasta bastante profundidad, girando en una vuelta hacia atrás con el cuerpo completamente estirado, sólo la cintura en ángulo, como pensaba que harían las nadadoras sincronizadas en sus figuras acuáticas, impulsándome sólo con las manos hasta quedar paralela a la supeficie y a varios metros de la misma, estirada en la postura de caída de los paracaidistas, hasta que poco a poco alcanzaba la superficie, ya sin aire en los pulmones, la luz aumentando según la distancia al aire disminuía...

Sin embargo los recuerdos no quedan tan marcados en la memoria. Y este blog será una memoria compartida a la que podré acudir si así lo deseo. Incluso aunque haya recuerdos difíciles y que, sé, desearía olvidar.

¡Os podéis creer que una parte de mí ya está impaciente!

Zirbêth.

jueves, marzo 01, 2007

INFIERNO BIOQUÍMICO

Parece que la línea de teléfono e Internet y mi química cerebral se han puesto de acuerdo para fallar a la vez. Estos últimos días han sido de marejada a fuerte marejada, y aunque por fin tenemos línea (de hecho, al ser inalámbrica, la tengo en mi propio ordenador, así que se acabó tener que escribir desde el de mi madre), las aguas bioquímicas distan mucho de haber vuelto a su cauce.

Paciencia, dice la receta. Paciencia por prescripción facultativa.

Zirbêth.