OLOR
Ha pasado una semana, pero tu olor aún impregna mis recuerdos.
Zirbêth.
"Para sobrevivir, hace falta contar historias"
Las madrugadas son territorio felino. Por eso, no es de extrañar que, en medio de un bosque, a las cinco de la mañana, el encuentro entre dos grandes leones de montaña resultase tan espectacular.
El pasado 2006 no tuvo otoño. No para mí. El tiempo pasó del verano al invierno, así, directamente, robándome mi estación preferida, expansiva, golfa. Mi amado otoño. Es la estación en que me libero del agobiante calor estival que me deja atontada y completamente apática, y renazco a la actividad. Adoro esos primeros frescos y lluvias que invitan sugerentemente a cubrirse el aún moreno (morenísimo) cuerpo; recuperar el placer de dormir de un tirón toda la noche, sin levantarse empapado en sudor y sin aliento, desesperado en busca de algo para refrescarse; de necesitar taparse por las noches y que, de dormir alguien a tu lado, puedas abrazarte a él y retozar sin deshidratarte. Del verano, lo confieso, me gusta el que se adelgaza más fácilmente y que hay que ir menos cargado de ropa.
Estoy en éxtasis. Tal vez mi cuerpo haya vuelto de Efeyl 2007, pero mi mente sigue allí.
Hace unos años (sí, años, qué fuerte), escirbí un post, cuyo título no recuerdo (aunque bien podría ser este mismo), sobre cómo había perdido el tapón de mi bañera y que toda mi vida se estaba yendo por el sumidero.
Ayer estuve en la boda más feliz a que he asistido jamás. Los novios, Ranandil y Alda, Rafa y Marijose, son las dos personas que conozco que se quieren de un modo más evidente y cálido. Todo el mundo soreía en la boda: padres, familiares, amigos. Los curas no dejaron de enseñar sus sonrisas en todo el oficio, que hicieron juntos, uno en voz alta, el otro sólo en silencio. Las promesas de los novios, tan sinceras, tan sentidas, tan dulces y enternecedoras. Todo fue perfecto. Y no es de extrañar, porque ese amor, el que sienten el uno por el otro, es VERDADERO AMOR. Y en presencia del verdadero amor todo mejora, todo brilla, todo es hermoso. Les deseo toda la felicidad del mundo, la del universo, y si alguna vez encuentro a alguien que me quiera la mitad que ellos se quieren entre sí, y a quien yo quiera en esa misma medida, me daré por satisfecha y sabré que, por fin, me ha llegado a mí el momento de ser feliz.
Hoy he conocido, por casualidad, a mi sobrino Lucas. Mi primo Alberto y su mujer, padres de la criatura, han ido a la oficina en que trabaja mi madre de la Seguridad Social. Tenían que resolver papeleos burocráticos y ha resultado que esa es la oficina que les corresponde. Una enorme sorpresa.
- La lucha por seguir durmiendo contra la luz de la mañana entrando entre las rendijas de la persiana.
Por fin, he leído una crítica de esta película que refleja lo que yo pensé al verla, pero no era capaz de materializar en palabras (bueno, también me daba pereza el esfuerzo de dedicarme a comprobar datos históricos para hacerlo bien, todo sea dicho). La ha escrito Junjan, en su La opinión alternativa. Os la copio a continuación.
Racismo idealizado
Tras ver 300 no puedo resistirme a escribir una crítica. Creo que hay dos maneras de ver la película. La primera sería con un espíritu “sesión de tarde” y electroencefalograma plano, bolsa de kikos o de chufas y un espíritu violento. En ese caso, 300, nos ofrece un espectáculo oscuro y colorido de sangre, sudor, músculo, miles de cadáveres y efectos especiales de primera clase. Punto, no hay un átomo de inteligencia en todo el metraje.
Si tienes la capacidad, como yo, de desconectar el cerebro cual Johny Mnemonic mientras tus tripas se dedican a digerir los kikos, y pasar “a posteriori” al análisis, podrás verla sin pestañear y hasta pasar el rato. Pero como tengas la desgracia de ir analizando la película desde el inicio, “lo vas a flipar”. Homofobia y racismo nada disimulados y una simplicidad casi inhumana inundan toda la película desde el principio hasta el fin. Si el comic y la película hablaran de elfos y trolls, ya sería difícil de tragar, pero hablando de seres humanos que han existido y cuya historia se intenta adaptar, la cosa llega al extremo.
Para empezar todos los buenos son blanquísimos héroes con masculinas inclinaciones, y los malos son oscuros cobardes deformes, gordos, depravados y con pinta de homosexuales. Los héroes espartanos son soldados profesionales que solo buscan la gloria y el honor, los traidores son violadores que se dedican a la política o jorobados deformes que se dejan seducir por el lado “oscuro”. La inexactitud histórica se la trae el pairo. La educación espartana o agoge se resume en el entrenamiento de la lucha desde la infancia, y la prueba final luchando con lobos. Se olvida que los reyes estaban exentos de tal educación y que su prueba final o krypteia, no era contra lobos, sino contra hilotas esclavos a los que tenían que matar y robar. Se omite que gracias a su tiránica sociedad soportada por miles de esclavos, los espartanos podían dedicarse a ser guerreros profesionales. Se pone en boca del rey Leónidas que los atenienses eran “filósofos amantes de niños”, y se olvida interesadamente que los espartanos tenían institucionalizada la pederastia y que por ello eran conocidos en Atenas, donde el verbo “espartanizar” significada literalmente sodomizar. Y suma y sigue.
300 espartanos valientes, luchadores por la libertad (que en realidad eran unos tiranos esclavistas y fueron ayudados por unos 7000 griegos de diversas regiones), luchan contra un millón de oscuros y deformes persas liderados por un gigante “freak-drag-queen” (que eran unos esclavistas tan buenos como los espartanos y se estima que fueron unos 200.000 liderados por un rey al uso, a saber, un tipo barbudo y de estatura media).
Lo que unos ven como un buen ejemplo de lo que es el choque de civilizaciones entre occidente (libertad y honor) y oriente (tiranía y depravación), yo lo veo como una simplista y boba fábula neonazi al estilo “biblia para niños” donde se nos quiere hacer ver la guerra de EEUU contra el terror.
Creo que lo que más atractivo tiene para mí lo de las partidas de rol (de todo tipo) es poder imaginarme siendo otra persona. Sé que para los jugadores jóvenes uno de los atractivos es el poder, las armas, lo de fingir violencia. Fue así para mí, al principio. Pero me hago mayor incluso para rolear, y tengo la absurda manía de pretender que mis personajes sobrevivan y tengan una "buena vida". Lo de ir de aventura se me hace un poco grande, a veces. Sobre todo en los vivos. ¡Es que me meto tanto en el personaje que me creo hasta que puedo morir! Y me paso la partida con miedo, jajaja. Supongo que por eso una partida de rol en vivo es una experiencia tan intensa para mí.
Mi madre, al ver que me metía en mi cuarto, ha entrado tras de mí. "¿Ya te vas a encerrar otra vez?" Soy solitaria. No es que no quiera salir (ahora que ya no siento que no sea capaz, pero ese es otro tema). Vivo lejos de donde mis amigos viven, ir a verlos supone, para empezar, gastar, y para continuar, disponer de bastante tiempo. A cualquier salida hay que sumarle una hora de ida y otra de vuelta, como poco.
De paseo por la blogosfera, encuentro bitácoras que me recuerdan, de algún modo, a la mía en sus primeros tiempos. Esos tiempos en que se me ocurría hablar de todo, que hacía un post de cualquier pequeña anéncdota, de mis pensamientos, de mis lecturas.
El domingo, tras ardua y polvorienta incursión en el trastero, me traje a casa el atuendo de Amae Dabra: túnica, manto, bastón de mago, grimorio, máscara y portapergaminos. Me faltó encontrar la "ropa interior", es decir, todo eso que uno se pone bajo el disfraz de corte romano para evitar perecer de frío en las gélidas noches de la sierra de Los Palantares. Necesito encontrar mis pantalones térmicos, unos guantes negros y un jersey también negro, ampliote él, para poder ponerme debajo tantas capas de tela como requieran las circunstancias. Que serán muchas. Y roguemos a los dioses, al Destino y a quien se tercie para que no llueva. La lluvia es lo peor que le puede pasar a un vivo.