viernes, agosto 31, 2007

DE PELÍCULA

Lamentablemente, no lo recuerdo entero, ni del todo bien. Yo trabajaba en lo que parecía una casa rural, albergue o algo así, donde tenían lugar extraños acontecimientos, en plan asesinatos, investigaciones, agentes infiltrados.

Cuando una noche que paseaba por el monte, detecté extraños movimientos de hombres y vehículos. Mi lugar de trabajo estaba en medio del campo, pero no muy lejos había unos edificios de una empresa, también de mis jefes. Esa noche, fui testigo de un asesinato, pero tras huir e ir a la policía, no se encontró ningún cuerpo ni rastro del crimen. Al poco tiempo, entró a trabajar en mi empresa un tipo rubio borde que siempre me estaba fastidiando. Aunque al principio me daba miedo, finalmente cedí a mis impulsos y volví al lugar del crimen una noche de luna nueva. No encontré nada esa noche, pero no cejé en mi empeño y ,finalmente, una noche, volví a presenciar otro crimen.

Esta vez no lo denuncié, sino que me puse a investigar por mi cuenta. El tipo rubio me controlaba, parecía ser de los malos y sin embargo... Entre nosotros, había atracción y desconfianza. Al principio, cierto tonteo distante, inseguro. Luego, con las sospechas sobre los crímenes, la atracción se cubrió de miedo. Sin embargo, la atracción pudo más, fue más fuerte que el miedo.

Íbamos en un tren. Me llevaba con él, maniatada. Me había encontrado espiándole, siguiéndole cuando él se había introducido en un edificio de mi empresa. Me atrapó y me arrastró con él. Creo que estaba pensándose si matarme o no. Pero, a esas alturas, mi curiosidad y el enfado por cómo me estaba tratando, junto con una intensa atracción, hacían que me envalentonase. Le empecé a increpar, a gritarle. Él me exigía que me callase, que no hablase tan alto. Pero yo le gritaba, él me apuntaba con su revólver. Estábamos frente a frente, yo me había levantado y le miraba, furiosa: creo que me daba por muerta, y esa certeza me daba alas. Y, entre gritos e imprecaciones, me acerqué a él, y él a mí, apuntándome. Entonces, me tapó la boca, pero de un gesto me quité su mano del rostro y...

Fue entonces cuando nos besamos. No sé decir quien de los dos tomó la iniciativa. Él seguía apuntándome, yo estaba maniatada, pero allí estábamos los dos, besándonos como si nuestra vida dependiese de ello. Uno de los mejores besos de mi vida*. Sólo nos separamos cuando el tren pegó un frenazo, y ambos volvimos a nuestros papeles enfrentados.

Luego, todo se volvió caótico. Él arrastrándome, yo forcejeando, ambos huyendo de nuestros perseguidores, de noche, por el monte. De pronto, acorralados, él parece decidir que no soy de los otros, que no me va a matar. Yo sigo sin saber quienes son los malos. Entonces, todo se vuelve confuso, se precipita. En un momento estamos siendo apuntados por los que vi matando en el bosque, al siguiente la policía nos rodea a todos, nosotros rodamos por el suelo, él me ha empujado y se echa sobre mí. La policía mata a algunos, a otros los detiene. A él no. Él es de ellos. Se aclara, por fin, que yo no tengo nada que ver con los asesinos. El tipo rubio me sigue mirando raro. Me reuno con mis compañeros del albergue, casa rural, lo que sea. Ellos han sido retenidos por los malos. El tipo rubio es de los buenos, un mandamás, además. Nos da unas explicaciones sobre lo ocurrido, frío, distante. Nosotros, los trabajadores, nos miramos y empezamos a tratar de encajar lo ocurrido con lo que nuestra vida era y ha de volver a ser. Al menos, eso es en lo que yo estoy pensando. Entonces, más para mí que a nadie en concreto, digo.

- Otra vez a pasar todos los días enteros aquí.
- Sí, todos los días. Pero las noches no.

Es el tipo rubio quien lo dice. Y por fin me sonríe. Está claro que me va a llevar a casa, aunque no sé si a la mía o a la suya.

Zirbêth.

*Recuerdo ese beso perfectamente. Recuerdo el tacto de su piel, su olor, el sabor de sus labios, cada microsegundo de nuestras bocas una sobre la otra. Uno de los mejores besos de mi vida.

jueves, agosto 30, 2007

SUPERFICIAL

Últimamente, escribo sobre chorradas. Casi siempre. No sé, no me apetece demasiado hablar en serio. Sigo leyendo sobre política, interesándome por el devenir del mundo y esas cosas. Sigo pensando en mi propia vida, en qué hacer y que no con ella. Pero estoy en una fase en que necesito simplificar y no complicarme excesivamente la vida. La energía, en lo importante. Y lo importante, hoy por hoy, es asentarme en un curro y en mi propia piel. Por eso no hablo de cosas serias. Mi mente está ocupada en lo importante. Bueno, por eso y porque, tras los horribles meses pasados de sólo pensamientos serios y negativos, estoy liberada y disfrutando de esa liberación.

Zirbêth.

miércoles, agosto 29, 2007

HOUDINI

Últimamente, he pasado bastante tiempo con algunas de mis amigas casadas y con hijos. Sobre todo una de ellas, es superfeliz en su matrimonio y está loca con su hijo. Es una madraza. Cuando estuvo embarazada, yo estaba feliz y muerta de envidia. Yo quería eso: el amor de pareja, la familia. Sin embargo...

Desde hace unos meses, la sola idea de echarme novio me pone nerviosa. De pensar en matrimonio me sale hurticaria. Así que tener hijos... ¡ni loca! No sé por qué será. Tal vez por el fracaso y dolor de mi última relación. Tal vez por haber estado meses y meses encerrada en casa con una depresión de olifante. Tal vez por los recuerdos de la infancia y adolescencia, donde la pareja y los hijos eran un instrumento de tortura. Tal vez por la suma de todo eso.

Pero no quiero, no, no, NO QUIERO. Quiero mi libertad, conocer gente nueva, entrar, salir. Quiero asentarme en un trabajo, volver a vivir independiente, tener gato. No comprometer mi tiempo libre con nada que no me apetezca de verdad: ni novios, ni asociaciones, ni nada de nada. Que me apetece ir a un rol, voy; que me apetece quedarme en casa viendo pelis, me quedo; que quiero quedar para salir a emborracharme, quedo; que me echo un amante, me lo echo; que me echo varios, pues me los echo; que paso de todo y me dedico a coser, pues a coser y a pasar de todo...

Y quiero un gato, o dos, ya veré. Trabajo, gatos, amigos. Para lo demás, escapismo puro y duro. Muérete de envidia, Houdini.

Zirbêth.

ESCRIBAMOS PARA ENTENDERNOS

Aunque a veces os encontréis faltas de ortografía en mi blog, yo trato de evitarlo y cuando las detecto paso y las corrijo. No soporto que se use mal el lenguaje fuera de los mensajes de móvil, y ni ahí me gusta, la verdad. Por eso, me uno a

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Zirbêth.

lunes, agosto 27, 2007

CERO A LA IZQUIERDA

Lo reconozco: rara vez me duele la cabeza. Tengo suerte en eso. Supongo que la naturaleza me compensa así lo de que me resfríe con tanta facilidad de garganta. Por eso cuando, como hoy, me duele la cabeza en plan salvaje, me quedo más tirá que una colilla. Tercer día consecutivo de viento y nubes, las excavadoras de la obra, haber dormido fatal y estar con la regla, han sido la fatal combinación que me han dejado k.o. El día de hoy ha pasado como si no existiese, como un cero a la izquierda, y pese a las cinco horas de siesta, a mí cerebro el brillo de la pantalla del ordenador, la tele o cualquier luz intensa le resultan taladrantes. Así que me voy a recogerme en la oscuridad.

Zirbêth, pupapupapupa.

DONDE BEBEN DOS, BEBEN TRES...

Como veis, lo mío con los gatos viene de la más tierna infancia...



Evidentemente, es broma. Esa no soy yo (que a esa edad tenía el pelo negro como un tizón [luego se me cayó y me volví rubia rubísima]), sino Cristy disfrutando del bebedero y la paciencia de sus hermanos gatos. Más aquí.

Zirbêth.

viernes, agosto 24, 2007

COMO UN GRANO EN EL... ¿CULO?

Si bien es cierto que un grano en el culo puede ser molesto o, si pilla justo en donde roza el elástico de la braga, doloroso, debo decir con absoluta convicción que los granos verdaderamente molestos no son los del culo.

Un grano molesto es ese que te sale en mitad de la cara, seboso, grande y blanquecino, justo la noche antes de la mereth, rol en vivo, boda o cita con el posible hombre tú-perfecto*. Si, encima, te sale en una ceja, las probabilidades de que además de molesto sea doloroso están casi garantizadas. Si la nariz es el lugar elegido, encima se vuelve humillante e incitador de bromas jocosas, amén de muy difícil de disimular. Si cae en la zona donde se apoyan las gafas, probablemente se reproduzca y sus hermanitos o hijitos se expandan alegremente por el resto de la cara. Y hablando de dificultad en disimularlo, ni os digo ya la barbilla, donde el hueso ayuda a que sobresalga cual pendón o estandarte, aunque al menos ahí, si te da por reventarlo, tienes punto de apoyo y los daños colaterales serán menores, porque si te sale en la mejilla... La hemos liado. Esa zona se enrojece cual faz de guerrero berserker en pleno grito de guerra, y si tratas de explotarlo, se te inflama el pómulo entero que igual te hubiese dado que te diesen un puñetazo en una bronca en la taberna. Además, las marcas tardan más en quitarse, hay más riesgo de expansión demográfica y estorban especialmente al maquillaje. Aunque, quizá, los que más afean de todos los granos en la cara, son los que salen por encima del labio superior, es decir, en el bigote. Con los pelitos (o pelazos, depende de quien), son más difíciles de disimular, los pelos encaramados a su cima destacan como el torero en la plaza, si tratas de reventarlo prepárate a llorar, porque ahí duelen a rabiar, y si lo consigues, la hinchazón durará como mínimo horas. En grano en el bigote es, sin lugar a dudas, el "premio gordo".

Lo dicho. Por favor, el próximo grano pre-evento que me tenga que salir, haga el favor de hacerlo en el culo, donde pase completamente desapercibido.

Zirbêth, reflexiva XD.

*Tu-perfecto: siempre que digo lo del hombre perfecto, alguien me sale con lo de que no existen, porque tiende a interpretarlo como perfecto para todas, para el mundo, etc. Así que acuño este palabro, que quiere decir "el hombre perfecto para mi y mis circunstancias".

LAS OBRAS ME PERSIGUEN

La de veces que he pensado en escribir un post con ese título... Pero luego me paro a pensar y me digo: "Zirbêth, bonita, cualquiera que viva en Madrid es perseguido por las obras. Déjate de manías persecutorias egocentristas".

Ahora mismo, si hubiese un terremoto casi seguro que mucha gente no se enteraría. Raro es el rincón de Madrid comunidad en que el suelo no tiembla al menos una vez al año con motivo de alguna obra. Me dan ganas, de verdad, de irme a vivir al campo campestre.

Zirbêth, ratatatatatata...

jueves, agosto 23, 2007

ME PUEDEN, ES QUE ME PUEDEN...

Hay en la vida cotidiana pequeñas cosas que una no soporta, no entiende, no puede con ellas. Seguro que a vosotros os pasa lo mismo. Ahí van algunas.

- Los pañuelos de tela: los mocos son una de los subproductos humanos más ajjjquerosos. Por eso, no puedo con esa costumbre humana tan habitual, sobre todo en los hombres mayores, de llevar sus mocos en un pedazo de tela en el bolsillo. Qué hace falta sonarse: pues bien, sacan el pañuelo, se suenan, contemplan su "obra", doblan cuidadosamente la tela para que los mocos... ¡¿para qué?!, y se lo guardan en el bolsillo. Puaaaajjjjj, me muero del asco sólo de escribirlo. Lo sé, lo sé: los pañuelos de papel contaminan, son un desperdicio y todo eso, pero si nadie va por ahí con un trozo de tela para limpiarse el culo por reciclar, ¿por qué sí lo hacen con los pañuelos de mocos? De verdad, no puedo con ello, no puedo, me supera.

- La gente que se para a hablar en medio de la mitad: vas por la calle, y te encuentras un grupillo de personas que bloquean el ancho de la acera mientras charlan más o menos animadamente; llegas a la tienda, o vas a salir de ella, pero un grupo de personas hablando está parada justo en la entrada bloqueando la puerta; vas caminando por la calle y unas personas van agrupadas, caminando en el mismo sentido o en el opuesto al tuyo, en línea y de charla, y te impiden el paso; vas a entrar o salir del portal de casa, pero un grupo de personas se ha reunido a parlotear, de pie o sentada, delante de la puerta, y obturan por completo el acceso. Todas estas personas, además, deben de ser ciegas, porque por más que tú les miras, aunque alguna esté de frente hacia ti, parecen no verte. Algunas, incluso, se diría que están sordas, porque les pides educadamente que te dejen pasar, y nada, como quien oye llover. No puedo con ellos, me saca de quicio. Van por la calle como si estuvieran en el salón de su casa, como si no hubiese nadie más allí. Y mientras, tú tratando de llegar al bus, teniendo que llegar al médico a una hora concreta, yendo cargada de la compra, con necesidad imperiosa de ir al baño... Lo dicho, me saca de mis casillas.

- Discotecas móviles: estás tranquilamente en casa, viendo una de tus series favoritas. Deben rondar las once de la noche, así que tu apoltrone televisivo tiene visos de convertirse en un dulce sueño. Entonces, escuchas subir por tu calle un coche. Sabes que es un coche porque, por debajo del chundachunda, lolaililailo o lo que toque, se intuye (más que escucharse) el runrun del motor de un vehículo. "Qué pase de largo, que pase de largo", rezas a esos inexistentes dioses de emergencia. Evidentemente, no pasan de largo. Es lo que tiene invocar fantasías. El coche, motor en marcha, se detiene justo bajo tu ventana, y el fin de tu modorra es definitivo cuando abren las puertas. Lo que hasta entonces era chundachunda o lolailolailo, pasa a ser un enfurecido CHUNDACHUNDA o LOLAILOLAILO, sólo interrumpido ocasionalmente por los bocinazos del vehículo para llamar a la Yoli o el Jonathan de turno, o los gritos estentóreos de sus ocupantes con el mismo fin. Mientras la persona llamada acude, se establece un ensordecedor diálogo entre los ocupantes del coche que, evidentemente, para entenderse por encima de la discoteca que llevan puesta han de recurrir a gritos tales que reventarían los controladores ambientales de decibelios contaminantes. Me enervan, me ponen de muy mala hostia. Si tuviese una manguera, ¡ay! si tuviese una manguera...

Zirbêth.

martes, agosto 21, 2007

FINAL FELIZ

Otra vez, esta noche me han despertado los maullidos lastimeros de un gatito. Pueden pasar borrachos cantando, rugir las máquinas excavadoras, pararse el maquinero de turno con la música a todo volumen, que yo sigo durmiendo. Pero si un gatito llora cerca de mi ventana... No puedo, me supera. Algo en mi interior debe ser medio felino, porque los maullidos indefensos me despiertan, me conmueven y me obligan a hacer algo al respecto. Así que, a eso de las cinco y media de la mañana, me he levantado y vestido, dispuesta a rescatar al minino.

Cuando he salido del cuarto, mi madre también se había despertado. Pedro nos ha mirado sorprendido ante tan singular y vespertina reunión familiar, y se ha quedado a cuadros cuando la explicación ha sido "un gatito". De ahí al casi enfado, ha mediado fijarse en que estaba vestida y que estaba cortando un trozo de pechuga de pollo ahumada como cebo para atraer al animalito. "No puedes rescatar a todos los gatos...". A todos no, Pedro, sólo a los que no me dejan dormir porque cantan su pena y miedo bajo mi ventana.

Con la fresquita de esas horas de la madrugada (qué gustito) rodeé el edificio para acercarme todo lo posible al bichín. Para mi sorpresa, al llegar había otros dos gatos cerca de él. Uno blanco y negro, no muy grande, y otro tricolor, de pelo largo y más voluminoso. Me mirarón, alertas, e interrumpieron sus bufidos y maullidos graves. Sin embargo, no parecían muy asustados de mí. El chiquitín, que estaba a la vista y también les bufaba (de hecho, sospecho que era el único que bufaba, en realidad), al verme se acurrucó y, desconfiado, se ocultó debajo de la pala excavadora, con los cual sus maullidos de oían aún más, gracias al efecto campana.

Inicié el acercamiento, intercambiando con el maullidos, los suyos asustados, los míos la mejor imitación posible de madre gata. En un par de minutos, él bichejo se fue tranquilizando, y ví que se me acercaba poco a poco. A estas alturas, yo estaba medio tumbada en mitad de la calle, para poder mirar debajo de la pala de la excavadora, por lo que a contraluz le veía arrastrando su barriguita hacia mí. El gato tricolor se había marchado, metiéndose por debajo de una enorme puerta metálica, pero el balquinegro seguía por allí, observándome, sentado.

De repente, unos maullidos de madre gata auténtica se oyeron a lo lejos. Esa mezcla de ronroneo y maullido suave, íntimo, tan, tan dulce. La vi venir por la izquierda, al trote, ignorándome por completo, y gatito salió de debajo de la excavadora, ya feliz y sin miedo, para reunirse con ella, mientras se saludaban, se reconocían en los olores y sonidos y ella, estoy segura, le regañaba por haberse escapado mientras el chiquitín le pedía perdón y le contaba cuanto miedo había pasado. Entonces, se me escapó una risa feliz, y mamá gata me vio. Se paró medio segundo, con gatito trotando feliz al lado. Me miró el tiempo suficiente para calcular si yo era una amenaza y para reprenderse a si misma por no haberme localizado antes (es decir, una décima de segundo) y se encaminó, sin dejar de hablarle a su retoño, hacia la enorme puerta metálica, por donde ambos desaparecieron, seguidos, finalmente, por blanquinegro.

Entonces me di cuenta de que la enorme puerta pertenecía a una casa antigua arancetana, aunque restaurada, y que el tamaño de la puerta se debía a que, en el pasado, debió ser el acceso de los coches de caballos o de los animales de granja. La casa en cuestión es la que da patio con patio a la mía, esa de la que os he hablado que está llena de gatos. Me di cuenta, entonces, de que estos gatos, tricolor, blanquinegro y mama gata, deben conocerme de mis intentos furtivos por verles y de echarles comida de vez en cuando.

Regresé a casa, mi madre alabó mi buen hacer al maullar y le conté el feliz final de esta historia. La verdad, ver a madre e hijo por fin reunidos me llenó de alegría, me hizo sentir estupendamente. Aunque me haya quedado sin acariciar un gato. Otra vez.

Zirbêth, mrrrmiaumiau.

lunes, agosto 20, 2007

LO ECHABA DE MENOS

Sé que cambié el nombre del blog como parte de mi transformación, de mi curación. Pero ahora que estoy curada, la verdad es que echo de menos el verdadero nombre de mi blog, más acorde con quien yo soy y mucho más original, jejeje.

Y es que, sí, estoy curada, CURADA, y eso significa que vuelvo a ser yo, pero más y mejor. Gracias a todos los que me habéis apoyado, de cerca y de lejos.

Zirbêth.

domingo, agosto 19, 2007

EFECTOS SECUNDARIOS

Estoy feliz por estar adelgazando, muy feliz. Sin embargo, hoy se me ha ocurrido probarme uno de los vestidos que hice este invierno (que medio hice, no he terminado más que uno) y he descubierto que me sobra vestido por todas partes. Así que lo he desarmado casi al completo (sospecho que voy a tener que deshacerlo entero) y estoy quitándole centímetros de todas partes. Eso sí, no sé yo si merece la pena el esfuerzo, porque si pierdo todo lo que me he propuesto, me va a volver a sobrar vestido. En fin, como es corte imperio, rezaré por no perder mucho más de pecho, pues lo demás, si me queda algo anchote, da más o menos igual.

Zirbêth, cuenta atrás.

jueves, agosto 16, 2007

EL QUE ESPERA...

Desespera. Ya lo sabéis todos. Es lo que me está tocando hacer hoy, sin fruto. A estas horas, si no me han llamado, ya no me van a llamar. Caca. ¿Será entonces mañana cuando lo hagan? ¿O me harán esperar indefinidamente? Necesito saber ya, pero ya, cuándo me incorporaré, para poder organizar mi tiempo y tomar decisiones que, en parte, dependen de esa fecha. ¡Jo!

Zirbêth.

miércoles, agosto 15, 2007

TALENTO

Ya me he topado con el asombroso Paul Potts en varios blogs. Siempre que le escucho cantar, se me pone el vello de punta. No importa cuantas veces pulse el play. Siempre, siempre, me conmueve.

Potts apareció en las pruebas de uno de esos programas para buscar nuevos artistas que tanto abundan en los paneles televisivos occidentales. Programas que a mí, la verdad, no me acaban de gustar... al menos en su versión española.

Quizás, el primer OT lo medio seguí porque aquello era algo nuevo y la curiosidad, la mala programación de TV generalizada y el aburrimiento se confabularon contra mí. Pero luego me fui a Inglaterra y, afortunadamente, no fui testigo ni de los OT, ni de los grandes marranos, ambos exponentes de un tipo de espectáculo que, cada uno en su estilo, el uno simplón, lacrimoso y baboso, el otro esperpéntico, degradante, chusco, grosero, vergonzoso..., en fin, no me llaman en absoluto.

Estos programas provienen de la TV anglosajona, ya sea de U.S.A. o de U.K.. Al menos, eso creo. El reciente Factor X, por ejemplo, es "invención" de Simon Cowell, de nacionalidad inglesa, que también firma programas como Pop Idol y el ya mencionado Got Talent. Creo que Pop Idol es el original en que se basa Operación Triunfo en España. Pero las versiones españolas son un bodrio, la verdad. Programas largos hasta decir basta, penoso gusto por lo lacrimoso y el exhibicionismo emocional, y abuso de la copla española, que delatan perfectamente a qué público va dirigido el programa.

En Inglaterra, estos programas no pasan de la media hora, cuarenta minutos. Los presentadores son un par de chicos gamberros y divertidísimos que llevan juntos desde el colegio y que, la verdad, te sacan la sonrisa siempre. Los tiempos de espera para saber las clasificaciones son razonables tres o cinco segundos, no los veinte dilatados y bostezantes paseos de la cámara por la cara de los concursantes, los familiares, los jurados, el público y hasta el aparcacoches del edificio y la señora de la limpieza. Es un programa, en resumidas cuentas, para entretener u n rato, y no para mantener a la gente sentada delante de la tele la friolera de dos o tres horas. El tipo de programa dice muy poco de la calidad de nuestra tele, pero tampoco dice mucho en favor de la "calidad" del consumidor de televisión.

El colmo, quizás, haya sido lo del tipo ese que colocaron como imitación de Simon Cowell entre el jurado, el tal Risto, o como se llame. Un impresentable sin pizca de estilo que caía mal a propios y extraños, y que no le llega a Simon ni a la roña de la suela del zapato. Porque cuando Simon Cowell hace una crítica, por agria que sea, jamás usa ese tono humillante y pedantesco que inunda cada palabra de Risto. Mira a los ojos a su víctima, casi siempre, y sus críticas tienen sentido. Pero es que, además, no duda en alabar a quien lo hace bien con la misma efusividad con la que critica a quien le hace perder el tiempo, de manera que se nota que es un buen profesional, por lo que cae bien y la gente le respeta. No hay color vamos.

En fin, que seguro que esto que os cuento os la trae floja, pero el otro día, para practicar la comprensión del inglés, me dediqué a ver vídeos en YouTube de Got Talent, y me lo pasé bien, no como ocurre con la versión española de esos programas, que es que me producen hurticaria.

Zirbêth.

martes, agosto 14, 2007

CUENTA ATRÁS

Estoy contenta. Tengo muchos motivos para estarlo, y el que la cuenta atrás de mi peso es uno de ellos. Después de haber llegado a pesar noventa y dos kilos este invierno, es muy reconfortante y satisfactorio pesar ya sólo setenta y nueve kilos. Son trece kilos menos, casi el total de lo que llegué a engordar. Cuando alcance los setenta y cinco, los efectos de la depresión y la medicación salvaje habrán desaparecido.

Pero espero seguir perdiendo peso. Hasta ahora no he hecho ninguna dieta especial. Simplemente, al quitar la medicación, dejé de retener líquidos y de sentir un hambre feroz de dulces. Lo primero que perdí debieron ser los líquidos acumulados (unos seis kilos), y luego ya seguí con la grasa. En verano, con el calor, la verdad es que como menos. La playa siempre me hace perder peso y ponerme más prieta. Si pudiese estar un mes entero, seguro que perdía al menos seis kilos. Pero como fui una semana, sólo fueron dos o tres.

Espero seguir así. Tal vez necesite ponerme a dieta más controlada cuando se vaya el calor, pero me gustaría mucho que, al llegar juego de tronos, la cifra del contador estuviese ya en los setenta y cinco.

Zirbêth, feliz.

K.O. TÉCNICO

El miércoles pasado, y tras una noche de mal dormir por la inundación de mocos licuados que mi nariz padecía, me fui al médico. La doctora confirmó que tenía una gripe de campeonato y me recetó unos antigripales... de campeonato. Tiene sentido. "Cinco días bastarán", me dijo.

Aquella primera noche con lo prescrito fue algo menos mala. Tampoco dormí demasiado bien, pero como seguía hecha una fuente y recurriendo a cada poco al papel higiénico, pues tampoco le di importancia. Al día siguiente, me empecé Harry Potter, y aunque mi nariz se calmó, yo apenas dormí, devorándo página tras página. Cuando por fin apagué la luz y caí roque, a las dos horas y poco una especie de nervios nerviosos dentro de la rodilla izquierda me despertaron con muy malos modos. "Horror", pensé, pues ya me había pasado antes y a veces el único modo de deshacerme de ellos había sido montarme en la bici y acabar exahusta, darme una ducha, tomarme un vaso de leche y leer una buena media hora. Media noche, vamos. Pero ya no tengo bici estática, así que me veía saltando a la comba, o algo así. Menuda estampa: Zirbêth a las tres de la mañana quitándo furtivamente las cuerdas del tendedero, apartando muebles y dando saltitos sobre un charco viscoso de un sospechoso color verde pálido. No sin cierta resignación, cogí el libro otra vez y le di a la lectura un empujoncito de dos horas.

Cuando, dos noches más tarde, el déficit acumulado de sueño ya alcanzaba las siete horas, las ojeras me llegaban al ombligo y estaba sopesando seriamente cortarme la pierna izquierda, llegué a la siguiente conclusión: "El último de Harry Potter es la leche: hacía años que ningún libro me mantenía despierta e insomne, en un sinvivir (y un sindormir) por la emoción y la preocupación".

Al día siguiente, en un estado de paroxismo digno de la protagonista del más exagerado culebrón sudamericano, me terminé el dichoso libro: necesitaba saber qué iba a pasarle a Harry, Ron y Hermione... casi tanto como poder dormir, que ya eran cinco noches de nervios e insomnio. Conmocionada, atontolinada y agotada, me fui a la cama y agarré otro libro, pues por lo común leer es mi medio de invocar el sueño más efectivo (después de una ginnes). Tardé, sí, pero me dormí a la media hora de tratar de leer un libro que se empeñaba en estar en español cuando yo esperaba inglés, lo cual hacía que no me enterase de nada: "está mal escrito", me decía indignado mi cerebro. Cuando dos horas y poco me volví a despertar, la misma rodilla izquierda dando saltitos cual adolescente inglesa sobrexcitada, la teoría de la culpabilidad de Potter se desmoronó por su propio peso.

Fue entonces cuando, en esa especie de neblina mareante de peli de serie B que se supone expresa estados de sueño, premoción o colocón drogadicto, me fui al cajón y saqué el prospecto de los dichosos antigripales. Efectos secundarios: boca seca e insomnio. Insomnio de camponato, debía haber puesto. "Resignación atea", pensé para mí, fastidiada pero con cierto alivio, pues mi madre ya estaba preocupada ante la desalentadora perspectiva de un empeoramiento de "lo mío".

Por la mañana, se lo conté a mis padres* y patrocinadores y, tras tomarme el último antigripal del tratamiento, me fui a Madrid a hablar con el que será en breve mi nuevo jefe. Pasé el día allí, y celebré los felices acontecimientos con un paseo por las tiendas de telas, librerías y un cine. Cuando llegué a casa, pegajosa del calor y con las ojeras desbordando el corrector con filigranas propias de la natación sincronizada, le conté a mi madre las peripecias del día, traté de cenar algo y me fui a la cama. El sueño me venció por k.o técnico y, de no ser por el fontanero, en estos momentos yo seguiría durmiendo, con la ventana abierta y arruyada por el dulce escándalo de la excabadora que trabaja a cinco metros de mi ventana.

Zirbêth.

*Me cansa eso de decir "mi madre y su pareja".

domingo, agosto 12, 2007

THE DEATHLY HALLOWS (NADA DE SPOILERS)

En fin, se acabó. Han sido, ¿cuántos?, ¿cinco años? Desde que lo descubrí, en 2002. Sí, cinco años enteros, durante los cuales los he leído varias veces, siempre releyendo antes de una nueva entrega, casi todos en inglés, casi siempre en inglés.

No es que se trate de una obra de arte literaria, pero han sido muchos años juntos. De algún modo, las historias y personajes forman parte de mi vida, y que termine todo me provoca una sensación de fin de una época que va más allá del papel.

Aish. Qué penita que se haya acabado. Estoy conmocionada aún.

Zirbêth.

jueves, agosto 09, 2007

POR FIN

Hace un año o más, una mañana, Baya me llamó excitadísima: había una oferta increible de máquina de coser por ochenta euros en cierto supermercado de al lado de su trabajo. No dudé demasiado y le dije que sí, que vale, que me comprase una y le ingresaría el dinero en su cuenta. Poco después, coincidió en un evento con Cris y Javi, y aprovechó para dársela y que me la trajeran a Madrid. La cosa es que, aunque en teoría les conocía de algún evento, lo cierto es que no tenía ni idea de quienes eran. Pues bien, la máquina se ha tirado todo ese año o más en su casa. La combinación de enfermedad y estar sin coche hicieron que no me acercase a Alcalá a por ella.

Pero, por fin, esta mañana, Cris se ha venido a Aranjuez con la máquina (qué vergüenza, que sea ella la que se haya desplazado). Baya ha hecho de intermediaria para que nos conociésemos, y a lo largo de ese año Cris fue una vez al Talan y pude poner un rostro a su nombre. Tras un señor paseo por los Jardines del Príncipe durante el que, aparte de contarnos nuestras vidas y reirnos un montón, por unanimidad hemos decidido que hay que hacerse fotos con nuestros vestidos maravillosos en los preciosos rincones del jardín, hemos hecho intercambio de rehenes, dándome ella la máquina y yo a ella el traje de fallera que le traje de Valencia. Y ahora mismo la acabo de desempaquetar. ¡Por fin! Tengo mi propia máquina de coser. ¡Qué mayor! En cuanto pasen los exámenes, la estreno. Vaya que si la estreno.

Zirbêth, feliz con su máquina y con una nueva amiga.

Zirbêth

RESACA

Me despierta el teléfono (adivinad quien, Baya, Moria), pero con dificultad. Lo busco, desorientada, sin saber qué hora es y con sensación de mareo. No me entero de nada de la conversación (algo sobre una película y Julio Verne). Lo cierto es que estoy tan espesa que uso esa técnica en la que tan buena me hice en Inglaterra cuando no me enteraba de nada pero no quería interrumpir al hablante: "sí, ahá, qué bien, vaya...". Menos mal que es una charla sin trascendencia y no algo importante.

La batería del móvil me salva con su inequívoco pipipi que avisa de que se va a apagar, y yo doy gracias a esos dioses en que no creo. Me siento en la cama y veo que tengo el vello de las piernas erizado: me recorren escalofríos. Tengo muchísimo calor. Como si tuviese fiebre, no por la temperatura de la habitación. La cabeza me da vueltas, indecisa entre si dolerme o dejarme en paz. Tengo la boca como un zapato sudado y me muero de sed: estoy deshidratada.

Estoy agotada. Aún confusa y desorientada, agarro la botella de agua y me bebo un buen cuarto de litro. A continuación, ingiero un vaso de cacacola. En vista de que ya llevo un cuarto de hora y sigo teniendo escalofríos y sensación de fiebre, decido darme una ducha, pero ni por esas. Como sigo con mi gripe impenitente, me pongo el termómetro. Marca unas décimas por debajo de treinta y seis, así que de fiebre, nada. Más bien todo los contrario. Pese a todo, los escalofríos y la sensación de calor aplastante continúan. Ya va para un litro de agua bebido, y sigo con una sed horrible.

Es un poco desesperante, pero en realidad no me sorprende: las siestas siempre me han producido resaca.

Zirbêth.

miércoles, agosto 08, 2007

CONSTATANDO

Uno va al banco a constatar que no le han devuelto la fianza por el trastero. O va al médico a constatar que tiene un gripazo de padre y muy señor mío. También, va a Fnac a constatar que ya tienen el último de Potter, y mira su cuenta en el cajero para constatar que no tiene un duro. Vamos, que uno va a constatar hechos, más o menos agradables, con conocimiento de causa, premeditación y alevosía.

Pero cuando una va a la playa, lo que quiere es tomar el sol, bañarse, ver tíos buenos en bañador, bucear, tomar algo en el chiringuito... Uno no va con más ánimo que el de constatar que no hay medusas. Que hay guiris. Que queda arena libre donde pinchar la sombrilla. Sin embargo, lo que una acaba constantado, cientos de veces, hasta decir vasta, es lo GUARRA que es la gente*.

No me refiero ya a los fumadores que se dejan las colillas en la arena (que vienen muy bien a veces para quitarse las manchas de alquitrán), a los palos de polo (la madera es biodegradable, y de peques Saruman y yo nos hacíamos barcos, cabañas, etc., para los clics) o los montoncitos de cáscaras de pipas de la charla de por la tarde (también desecho natural). Ese tipo de restos pertenecen al pasado bucólico de la infancia, cuando sólo los sábados y los domingos la playa quedaba hecha un desastre como efecto de la visita de los domingueros.

Ya en la adolescencia, empecé a darme cuenta de que las hasta entonces limpias aguas, que sólo eventualmente transportaba alguna bolsa, se empezaban a llenar de una capa marron viscosa y pestosa, que nuestras madres miraban horrorizadas y nosotros nos esforzábamos por eludir buceando todo lo que nuestros pulmones daban de si. No tardé en descubrir que el fenómeno era otro de los "encantadores" efectos colaterales de la masiva construcción en la costa. Entre los modos de ahorrarse unas pelas y sacarle más beneficio al negocio, destacaba la de acortar la distancia de los emisarios de tal manera que resultaba facísilimo que las corrientes devolviesen a la costa la mierda que tan generosamente los humanos producimos y echamos al mar. No deja de haber cierta justicia poética en que acabemos bañándonos en nuestra propia inmundicia. Por supuesto, para el ciudadano de a pie, rectificar esto queda relativamente fuera de su alcance.

Dicha relatividad se debe, principalmente a dos causas:

A. Que la gente es demasiado perra para organizarse y aflojar la pasta que eso requeriría, y

B. Que esperar eso de la misma gente que se deja en la arena de la playa, las calles, el paseo marítimo y cada rincón de la ciudad desperdicios de comida, bebida, tabaco, pañales, compresas, condones, periódicos y hasta el más insignificante envoltorio de chicle que fácilmente podrían llevarse en el bolsillo y tirar en casa o una papelera, es, sencillamente, esperar demasiado.

GUAAAARROS, CEEERDOS. Me he encontrado de todo en la playa este año. En la playa, en la ciudad, en todas partes. Parece que, entre otras cosas, las vacaciones llevan a la gente a relajar (aún más) sus costumbres higiénicas. Total, como sólo van a estar unos pocos días, ¿qué más da? Latas, restos de bocadillos, sandías, bolsas de chucherías, el cubo roto del nene, el hilo de pescar roto, el colchón de playa pinchado, el bote de crema vacío, el pañal del bebé. Hasta cagadas claramente humanas allí, entre la barca y el paseo marítimo, que es también el sitio elegido para dejar desperdicios de todo tipo, incluyendo bolsas de basura a veinte metros de los contenedores, que, total, ya lo recogerá el servicio de limpieza. Me saca de quicio, especialmente, los que sacan a pasear al perro y dejan el ñordo del chucho en mitad del paseo; esos progenitores que, cuando el crío quiere ir al baño, le llevan dos metros más allá de la mesa del chiringuito (¡¡¡qué tiene wc!!!) y le enseña que eso de mear en mitad de la calle está perfectamente bien; las pandillas de niñatos que se dejan las litronas, las bolsas de pipas y demás porquería de la tarde noche en el poyete del paseo, ¡¡¡teniendo a apenas tres metros una papelera!!!

¡¡¡GENTUZA, SINVERGÜENZAS, CEEEERDOOOOOOOOOOS!!!

Y luego la gente se extraña que se implante una Educación para la ciudadanía. Esperemos que toque estos temas...

Zirbêth, que entre otras cosas detesta el calor porque las calles recalentadas apestan a vómitos y a meadas y cagadas de perro.

*Tampoco es que haga falta irse a la playa para eso.

martes, agosto 07, 2007

¡NO QUIERO IR AL COLE!

Frase polisémica donde las haya, en este caso quiere decir:

¡No quiero moquear más!

Parezco un grifo roto, leñe.

Zirbêth, aún malita.

lunes, agosto 06, 2007

DESCUBRIMIENTO (ESTA VEZ DE VERDAD)

El aburrimiento a veces lleva a lugares asombrosos. Y hoy, me ha llevado aquí. ¡Este tío es la caña! Pasote de webcomics. Ya estáis tardando en ir a disfrutar de las tiras Freaks, Área66 y Htv.

Zirbêth, muerta de risa.

PSEUDO DESCUBRIMIENTO

Hoy me he descubierto y me he dado un paseo por Google Map. Me habían hablado muchas veces de él, pero no me había molestado yo en usarlo nunca. He estado viendo donde vivía en U.K., lugar que he identificado gracias a lo destartalado que mi-casero-que-es-un-sol tenía (y tiene) la entrada y el jardín trasero. Luego, he ido a ver donde trabajaba, el Royal Pavillion, la iglesia de St Peter, los Lanes... Echo de menos aquello. Una parte de mí quiere volver, y llenar mi mente de nuevos recuerdos que brillen por encima de los antiguos, los deslustrados, los obsoletos retazos de memoria que me vinculan a esa ciudad. Estaría bien vivir de nuevo en Inglaterra, en Brighton o en otra ciudad, ahora que soy yo, sólo yo, y no un apéndice de nadie por causa del amor.

Zirbêth, con ganas de escurrirse.

UN RESPIRO

El verano ha dado un respiro y anoche una espectacular tormenta se llevó el calor salvaje que llevaba asolándonos ya tantos días. Menos mal, porque estar con fiebre y con calor aplastante es una putada. Decididamente, no tengo nada contra el verano en general, sino contra el calor en particular: el calor desatado.

Zirbêth, adoradora del otoño y el fresquito.

CALOR HÚMEDO

No, no voy a hablar de sexo. Es sólo que Valencia, en algún diccionario, debería venir con esa definición. Nunca había sudado tanto moviéndome tan poco. Y si me movía, aquello se volvía puro diluvio. Así no es de extrañar que acabase pillando una gripe de padre y muy señor mío...

Fueron doce horas de viaje. Salí de Castel a eso de las once y media de la mañana, y Moria me recogió a las once y media de la noche en la estación. Una paliza tremenda, pero que supe disfrutar leyendo... hasta que el conductor decidió que nos apagaba la luz porque le molestaba. Snif. Menos mal que fue sólo una hora y media.

Valencia ha sido una gozada. Lo de poder quedar todos los días para charlar, coser (aunque yo no, sólo ellas), tomar guarrerías al frescor del aire acondicionado... Ellas, malvadas, me llevaron el sábado de telas, con lo que yo había luchado por evitar las tiendas de Madrid. Una orgía de damascos, gasas, rasos. Al final caí en una moderada tentación y me volví a casa con siete metros de hojitas verde muy pálido y dos de raso blanco nuclear. Moria, ser pérfido y malvado, me enseñó un damasco en hueso y dorado pálido que me hizo salibar desenfrenadamente, y con sonrisa maliciosa arrambló con él, dejando caer que cuando pudiese se la recomprase. Ahhhh, cuanta maldad esconden esos grandes ojos verdosos.

El sábado tuvimos representación nocturna gratuíta de Les Luthiers... o casi. Morwen estaba sembrada y la mano de reir fue tremenda. Comimos cositas gustosas, bebimos ron con miel (debí traerlo conmigo...) y hablamos hasta que se nos secó la garganta (más ron con miel). Baya, Morwen y Nimrodel se fueron a eso de las dos, pero Moria y yo aún estuvimos escuchando música, viendo vídeos y de charleta hasta las cuatro de la mañana. Lo cual no fue óbice para que, a la mañana siguiente, nos fuesemos al rastro de Valencia y acabásemos con los brazos llenos de compras insospechadas. Un traje de fallera, perlas, pasamanería, una colcha de hilo típica valenciana y, increible, un vestido de novia tipo Sisí emperatriz en perfecto estado y absolutamente precioso. Yo, por supuesto, no quepo dentro, pero Baya y Moria estaban guapísimas. Ser alta no tiene tantas ventajas como se pueda pensar.

Con Lorinlor, en su casa, disfrutamos de una de las mejores barbacoas que he comido jamás y, por primera vez en muchos días, conseguí dejar de sudar, baño nocurno en piscina mediante. Jugamos con Tauron y los sobrinos de Lorinlor, comimos hasta no poder más, vimos las estrellas y planetas por telescopio... Una noche genial.

Por fin, quedé con Gato y Beatriz, quienes me llevaron mimosamente (y con aire acondicionado) a la Fnac a que me hiciese vorazmente con el último de Harry Potter, comimos en el Fresco y me invitaron a la mejor horchata de Valencia, en Alborada (creo, ¿no?). Con ellos, al final, me volví a Madrid, acortando algunos días mi viaje. Y menos mal que así lo hice, porque el jueves por la mañana mi garganta empezó a protestar y hasta hoy sigo malita. Para estar malita, mejor en propia casa, donde uno se muere de asco sin molestar a nadie y con más confianza.

Así que el miércoles fue mi último día en Valencia, que bordamos escapándonos a ver la última peli de Harry Potter, comer palomitas hasta no poder más y despedirnos hasta la próxima escapada que pueda hacer a Valencia, a gorronear piso a Moria, lasaña a Baya, cerveza a Isildur, y expoliar libros a todo el que se deje. Y es que, cuando se trata de libros, soy más conmovedora que el Gato con Botas de Shrek.

Por cierto, Moria es bueeeena, y al final dejó de torturarme y me dio el damasco que tanto codiciaba. Seguro que todo responde a un bien planeado plan para vencer mis defensas y que me vaya a vivir a Valencia. Aish, qué tentación más grande...

Zirbêth.

domingo, agosto 05, 2007

POTTER

Tengo ya el último libro de Harry Potter. Sin embargo, aún no he empezado a leerlo. Si lo empiezo, lo terminaré. Y una parte de mí no quiere que acabe.

Zirbêth.

PLAYA, CUÁNTO TE EXTRAÑO

Aunque no podría ir, dado que tengo fiebre y soy una fábrica ambulante de mocos, echo de menos la playa. Más concretamente, el mar. La playa en sí, dados sus pedruscos y rocas, no tanto. Pero echo de menos poder bajar y meterme en el agua, fría, como a mí me gusta. Nunca me han gustado esas playas donde el mar parece más un caldo de la abuela que agua corriente y salvaje. Y aunque me queje de los pedruscos, también prefiero los chinorros a la arena superfina que se te mete por todas partes y tardas semanas en desacerte de ella.

Siempre que me acerco al mar, desde la ventanilla de un autobús o un coche, digo lo mismo:
"-Rogelia, el mar.
-Cuánta agua.
-Debajo hay más."
Es una especie de tradición.

Llegué destrozada, muerta de cansancio y son el alma empapada en tristeza e impotencia. Pero en un par de días volví a ser yo. Esta nueva yo, tan parecida a la de antes, pero tan diferente. Pero esa es otra historia.

En casa de Puri, la amiga de mi madre, había representación femenina desde los treinta hasta los ochenta (sólo faltaban los setenta). Un montón de mujeres estupendas con las que pasé unos días geniales y con las que espero volver a reunirme en septiembre, después de los exámenes. Cuando algún hombre dice aquello de que las mujeres son como los vinos, que mejoran con los años, creo que no son conscientes de cuan cierta es la frase. Bueno, alguno seguro que sí. Conversaciones estupendas, risas, salir de marcha. Hasta "corrompí" a una de ellas y probó el ron con zumo de piña.

Cuando ellas se fueron, pasamos aún unos días estupendos, de tranquilidad total, con Puri y su madre. Baños y paseos de esos que relajan y se llevan lejos cualquier mal rato que hayas pasado.

El año que viene, hay que repetir.

Zirbêth.

sábado, agosto 04, 2007

RESACA EMOCIONAL

Lo cierto es que lo peor del viaje ha sido estar dos días en Granada. Lo paso mal allí, la verdad. Demasiados malos recuerdos, demasiados fantasmas, demasiados problemas y demasiado calor seco. Incluso aunque pude ver a amigos y familiares a quienes hacía años que no veía, Granada sigue siendo para mí sinónimo de malestar.

De Granada salí huyendo como alma que lleva el diablo en cuanto apareció la más mínima oportunidad de hacerlo. Echarme un pseudonovio en Madrid (más bien fuimos amigos, y siempre le agradeceré el apoyo que me brindó) fue la excusa perfecta. Granada me asfixiaba, me oprimía y me dolía por los cuatro costados. Visitarla me sigue dejando un sabor agridulce, pese a las tapas, los helados de los Italianos y los amigos que allí dejé. Parafraseando a los Les Luthiers, "si a Granada volver yo pudiera / no lo haría ni mamada". Ser libre conlleva un precio, pero en Granada este resultó ser demasiado alto.

Al coger el autobús en dirección Granada, la casualidad hizo que nos encontrásemos a los vecinos que teníamos en nuestra primera residencia allí. Un encuentro agridulce, pues ellos son encantadores, pero traen a la memoria tiempos y hechos que una procura no recordar más de lo imprescindible. Viejas heridas que parecen cicatrizadas vuelven a doler como cuando desgarraron nuestra carne. Después, el encuentro tras años con mi prima puso en primera línea de fuego los tumores familiares, y todo se volvió impotencia, incredulidad, dolor. Mi familia dejó de ser tal cuando mi abuelo murió.

Salí de Aranjuez más contenta que unas pascuas por el hecho de irme de vacaciones, pero Granada me quitó la sonrisa de los labios y necesité varios días para recuperarme de la enorme resaca emocional que me produjo. Llegué a la playa completamente agotada.

Zirbêth.

viernes, agosto 03, 2007

CENSURA


Lo sé, llego tarde. Pero no podía dejar de unirme a todos aquellos que han manifestado su decidida oposición al secuestro del número 1573 de la revista El Jueves. Y contra quienes pisotean desde su posición de poder el derecho a la libertad de expresión.

Zirbêth.

GRIPE

Aparte de todo lo ya mencionado, me he traído una gripe de Valencia. Un asquito que hace que me duela la garganta, que moquee que da gusto y me duela la cabeza cosa fina. Vamos, lo normal de una gripe. Así que estas primeras horas tras el regreso las estoy pasando como corresponde: leyendo y durmiendo. Hay que recuperarse. Las anécdotas del viaje, para otro día.

Zirbêth.

jueves, agosto 02, 2007

WELCOME, PROFESSOR XA... ZIRBÊTH

Pues sí. Se acabó lo que se daba. Fin de las vacaciones. Y qué buenas han sido, leñe. Me lo he pasado pipa. Buena falta me hacía. Y todavía no las tengo todas conmigo en lo de que hayan sido unas vacaciones de verano, porque vuelvo que parece que han venido los reyes magos, jejeje. Telas, libros, comics, y hasta una grabadora de DVDs. Además, he de haberme dejado unos cuantos kilos en sudores (que no en dietas), estoy morenísima y las carnes están más prietas. A ver si seguimos así, y antes de fin de año vuelvo a estar divina de la muerte (aunque ya no morena). Para que hubiesen sido perfectas estas vacaciones, sólo ha faltado ligar y que nos tocase una primitiva. Bueno, algo más de pelas hubiese sido la caña, pero no me quejo.

Sólo ha faltado que me recibiese el ordenador diciendo lo que reza el título del post: Welcome, professor Zirbêth. Me hubiese hecho mucha ilusión, la verdad...

Zirbêth, de vuelta en casa.