domingo, septiembre 30, 2007

POLO NORTE

La escena del aquel hermoso oso polar tratando de caminar sin conseguirlo sobre un hielo demasiado fino para soportar su peso, nadando con las patas de atrás para darse impulso para subirse a la miserable placa de hielo, y volviéndo a hundirse, me rompió el corazón.

El ser humano es un depredador miserable, egoista, ruín, rastrero. ¿Por qué pensáis que Bush y tantos otros no han hecho nada para tratar de paliar el calentamiento global que está fundiendo los polos? Pues porque ya tenían más que estudiados los beneficios que iban a sacar de ese desastre ecológico. Si pese a todo siguen destruyendo el Amazonas, ¿por qué iba a ser distinto con los polos? Los buitres ya están peleándose por la presa agonizante.

Zirbêth.

CÁMARA DIGITAL

Cada vez más, quiero una cámara de fotos digital. Ayer iba en bus camino de casa y, al pasar junto al recinto ferial de Aranjuez, vi un camión de una exposición de reptiles cuyo propietario es claramente un tolkiendili. O, al menos, un friki de las pelis de Peter Jackson, que es mejor que nada (creo). Tenía toda la cabina decorada con pinturas basadas en imágenes de la película. La puerta del conductor era un inmenso Aragorn a caballo en tonos sepia. ¡Cómo me hubiese gustado sacarle una foto y enseñároslo!

Zirbêth.

sábado, septiembre 29, 2007

EXABRUPTO

- ¡Vas a reventar la camisa!
- ¡Y a ti la boca, por gilipollas!

Zirbêth.

¿OBSESIÓN O AMOR?

Ayer, vi en la tele un reportaje sobre personas que recogían animales y les daban un hogar. Pero no un gato o dos, ni un perro a dos. De veinte animales para arriba. Personas que dedicaban toda su vida a cuidar de montones de animales que iban recogiendo de la calle, o que otros dejaban a sus puertas, abandonados. Algunos los acogían hasta encontrarles dueño, otros los iban salvando de futuros inciertos. Otros, simplemente alimentaban a los que había por la zona, aunque no se los llevaban a sus casas. La mayoría, habían adaptado sus casas para la gran cantidad de animales. En muchos casos, tenían problemas con los vecinos, que los trataban como si de locos se tratase. Los humanos adoptivos iban de los que amaban a los animales y sentían una enorme compasión por ellos, a los que de verdad parecían desequilibrados por algún trauma y los animales se habían convertido en sus familias, los únicos seres en los que pueden confiar. De todo lo que vi, me quedo con una conversación.

- ¿Y los gatos no son traicioneros?
- No, señorita. Las traicioneras son las personas.

Zirbêth, quien considera traicionero a un gato, es que espera sumisión de él.

viernes, septiembre 28, 2007

MOVIMIENTOS

Me he dado cuenta de que me adapto y relajo enseguida en el trabajo. Me familiarizo con todo, habitacione, habitáculos, mesas, sillas... Hay que decir que la mesa que me ha tocado es grande, que si fuese pequeña lo de adaptarme sería ya harina de otro costal.

En general, no necesito mucho tiempo para adaptarme a las rutinas y lugares. Automatizo y hasta disfruto. Lo cual no significa que no haya cosas que me gustaría cambiar. Por ejemplo, me gustaría estar situada de modo que dominase toda la sala en la que estoy. Cuando voy a restaurantes y bares, procuro sentarme siempre dando la espalda a la pared, y así puedo controlar todo el movimiento. Pues en el curro, me gustaría que fuese así también. A controlar los movimientos del resto de los compañeros, hay que añadirle que es una posición privilegiada a la hora de hacer trampillas y chatear o ver el correo. Como me conozco, sé que puedo, porque no me paso. Sólo cuando me aburro porque no hay nada que hacer. Palabra de friki. En fin...

Pues bien, llevo tres semanas de curro y ya me han cambiado una vez de mesa. Están repensando y rehubicando los departamentos y tal, y el mío, receptivo anglófono, lo van a poner en otro sitio. Así que, ahora mismo, estoy en medio de un cambio más grande y (teóricamente) definitivo, y si urgo en Internet, me pueden ver un poco. Pero, en breve (supongo), me van a poner en una esquina, de espaldas a la pared y controlando toda la sala. Como a mí me gusta.

Zirbêth.

TRANCAZO

Este verano, en casa de Puri, su madre la tenía frita porque se dedicaba a apuntar en un calendario los yuyus que le daban de su arritmia. Luego, iba y se quejaba de lo mal que estaba con el calendario en la mano, como si fuese culpa de ella.

Creo que yo voy a hacer lo mismo. Voy a apuntar en un calendario cada vez que me resfríe o pille una gripe, aunque no le daré la brasa a mi madre (bueno, igual un poquito, jeje). Es que no salgo de uno y ya caigo en otro...

Zirbêth.

jueves, septiembre 27, 2007

OTRA TIRANÍA MÁS

Pedro quiere que sea discreta en el vestir y distante en el trato en el curro. Según él, como soy pechugona, alta, curvilínea, no debo vestir según que cosas, como camisetas escotadas o faldas relativamente cortas. Supongo que él me querría ver vestida de traje de chaqueta, elegante, sobria... La economía no da para esos dispendios. Visto con lo que ya tengo y, de vez en cuando, me compro algo. Al parecer, ser voluptuosa es algo que, como la gordura, hay que esconder. Vaya el personal a pensar que eres una pelandusca, o a interferir en el trabajo masculino llevándoles por el camino de la lascivia. Además, resulta que, dado que soy físicamente llamativa para los hombres, he de ser distante y fría, reprimir mi naturaleza abierta, directa y simpática, porque se puede malinterpretar. A lo mejor sólo trato de ser amable, y el de turno ya está pensando que quiero algo con él.

En resumen, he de disimular tanto mi aspecto como mi carácter para que la gente me tome en serio, no me encasille, no malpiense y no se agarre un calentón. Conste que Pedro no lo dice en plan "tú lo que tienes que hacer...", sino que por sus labios habla la voz de la experiencia y sólo trata de ayudarme a desenvolverme lo mejor posible y a evitarme disgustos.

Vaya mierda de sociedad en que vivimos. Si no eres perfecta según cánones absurdos, irreales e imposibles para casi todas las mujeres, mal te va a ir. Si lo eres, prepárate a ser cosificada. Si estás gorda, asume que te van a machacar desde la escuela. Si estás muy delgada, también, con el agravante de que ahora les dará por pensar que eres una enferma que no come. Esto raya el esclavismo. El machismo sigue a la orden del día y ser mujer está penado con las cadenas y bolas del que dirán.

Zirbêth.

"JO, TÍO, CÓMO HUELES A CLASE DE GIMNASIA"

Como buena friki, cuando en el metro alguien huele a sudor, lo que me viene a la cabeza no es el típico gesto de desagrado y un pensamiento simplón tipo "qué peste echa este/a". No, a mí me viene a la memoria la peli de Los Goonies, y esa frase que Gordi le dice al monstruoso amigo Slot*: "Jo, tío, cómo hueles a clase de gimnasia".

El metro, por las tardes, no es una clase de gimnasia: es un estadio olímpico entero.

Zirbêth.

*Gracias, Raisah, mi memoria es mala con avaricia.

martes, septiembre 25, 2007

VAYA DÍA

Si hay algo que me saque de quicio, eso es estar en el trabajo y no tener nada que hacer. Para morirse de aburrimiento. Ayer, por desgracia, y casi toda esta mañana, han sido de esos días. Se nos jorobó la conexión a internet y hasta el propio programa interno, así que toooda la tarde mirando el techo. Esta mañana, al volver, aún seguíamos sin internet. Eso es casi un día entero prácticamente incomunicados. Para cuando, por fin, Internet funcionó, decidieron que me cambiaban de sitio. Y cuando parecía que ya me habían puesto todo en orden, mi ordenador no funcionaba. Vamos, que desde ayer, salvo comprobar unos desvíos y ayudar a unos chinos en inglés, nada de nada. A lo mejor soy rara, pero me gusta trabajar cuando estoy en el trabajo.

Zirbêth.

lunes, septiembre 24, 2007

ENAMORADA

Pues sí. Estoy enamorada. Qué le vamos a hacer. Las cosas vienen como vienen, y una no puede controlarlas.

Fue hace unos días. Fui a recoger al Corte de Mangas unos pantalones que había comprado y dejado para que me acortaran la pernera. Me hicieron perder mucho tiempo, los malditos. Así que, mientras esperaba, segunda parte, fui a la planta de perfumería. Quería oler una colonia de Kenzo que le gusta mucho a un amigo y que en otras perfumerías me había dado esquinazo. Busqué y busqué el puesto, y cuando lo encontré... estaba cerrado y los probadores bajo llave. Cachis la mar.

Reinicié mi peregrinación hacia las escaleras a ver si habían encontrado ya los vaqueros, cuando decidí darme una vuelta por el puesto de Christian Dior: Mi colonia, desde hace años, es Dune. La descubrí cuando me enamoré de Carlos, y como ese amor, aunque truncado, siempre fue hermoso y nadie hizo putadas a nadie, pues no le cogí manía a la colonia, sino todo lo contrario. Llevo desde los diecinueve años usándola. Sin embargo, al llegar a mi oloroso destino, en vez de recrearme en mi eterna colonia, me dediqué a olisquear otras. La mayoría las conozco, ya que siempre que voy a comprar Dune, me dedico a probar las nuevas colonias de mujer y, para deleitarme, Fahrenheit, la colonia de hombre que más me gusta de todas. La colonia de Carlos. Es un perfume que lleva mucho almizcle, y el almizcle me vuelve loca. Actúa como un afrodisíaco, me pone la carne de gallina y parece que anduviese en una nube. La cabeza se me va, corriendo tras los recuerdos…

Llegué y descubrí un bote que no me sonaba. Era azul, así que, casi seguro, si hubiese estado la última vez que probé colonias, lo habría visto. Lo cogí, se llamaba Adict (creo). Eché un poco al aire, como hace mi madre, para dejar que se dispersase. Olí. Almizcle. Mucho, mucho almizcle. Y canela, según la vendedora. Pero, con tal cantidad de almizcle, la canela queda en un quinto o sexto plano. Pese a llevar otra colonia puesta, me embadurné entera, prácticamente me bañé en ella (la vendedora se había ido). El precio, exorbitante. Lo pagaré, en cuanto me lo pueda permitir. A ver si puede ser para Juego de Tronos. Sería el aroma perfecto para Lady Valeria Boggs, Señora de Punta Zarparrota.

Con mis vaqueros, por fin, en una bolsa, y el vello de punta por tan embriagador olor, salí de la tienda como flotando. Es lo que tiene estar enamorada.

Zirbêth.

sábado, septiembre 22, 2007

MANADA ARRABALERA

Mirad que no soy de hacer fotos, pero me estoy quedando con las ganas últimamente de hacerles fotos a los gatos del patio de al lado. Ya llevo tres semanas que, el sábado o el domingo (cuando no está Pedro), les doy de comer. Me ven asomarme y vienen, me maullan, me exigen. Pero al moverme para echarles la comida huyen despavoridos casi todos. Luego, se vuelven a acercar, y se dan un banquete.

Luchan por la comida. No al principio, al principio todos comen. Pero una vez saciada la primera hambre, sacan la territorialidad que llevan dentro. Las madres observan y dejan comer a sus retoños, se acercan sólo cuando estos han comido y empiezan a jugar, despreocupados. Las futuras madres comen mucho más, y bufan y atacan a quienes tratan de coger un trozo más grande del pastel. El macho dominante y el rival principal se estudian, se bufan, a veces llegan a las garras, todo un espectáculo de fuerza y dominio ante el resto de la manada. Y la sopresa, el pequeñajo que se sube al montón de comida y aparta a todo el que se acerca, aunque la mayoría son cuatro veces más grandes que él.

Echo de menos algunos gatos, que pueden haberse ido o muerto, no lo sé. La manada vive en el patio de la casa, pero entran y salen cuando quieren. La casa está compuesta de tres bloques, de los cuales sólo uno está habitado y los otros dos son lo que parecen cocheras y habitáculos para ganado. En otro tiempo debieron tener animales bastante más grandes que gatos. Por el patio central, al que dan los tres edificios, se ven tirados restos de arados y otros artilugios y herramientas. Los gatos son de la casa, les dan de comer, pero son gatos arrabaleros, asalvajados. Nunca he visto a los dueños de la casa estar con ellos.

Hay cinco crías nuevas, pero de las que vi hace unos meses, sólo queda una. No deben tener una vida fácil. Algunos están fuertes, se les ve musculosos y mejor alimentados. Otros están más delgados. Debe imperar la ley de la selva. Yo, les hecho un kilo de comida a la semana. No es mucho, y algunos comen bastante menos que otros. Pero algo ayudo, al menos. Ellos me miran, me dejan observarles. Si tuviese diez años, le pediría a los dueños de la casa que me dejasen entrar y trataría de acercarme y hacerme amiga de ellos. Pero tengo treinta y cuatro, no es plan. No puedo acariciarles, ni jugar con ellos, pero sí observarles, verles crecer. Me siento como uno de esos científicos de los documentales de Big Cats. Aunque, mis objetos de estudio son mucho más pequeños.

Zirbêth.

ACTIVIDAD ONÍRICA

Últimamente, es como si mis sueños quisieran terminar por mí las conversaciones y asuntos que no logro dejar solucionados. Como si quisieran compensar la falta de tiempo y oportunidad para decir y hacer todo aquello que me bulle en la cabeza. Qué majo, Morfeo.

Como ya os he contado, quiero tener gato otra vez, aunque de momento no es posible. Pero mis sueños están poblados de gatos. Como en los cómics de Super López desde que escribiera "Los petisos carambanales", en mis sueños siempre hay gatos. Al menos, desde hace unos días. Por fin, llegaron a mi vida dos pequeñines, uno tigre naranja y otro balco y negro. Tan chiquititos aún, que me cabían en una mano (cada uno). Sus movimientos torpes, su olerme buscándome, acurrucarse en mi regazo y dormirse mirándome. Y entonces, Merlin y Selune volvían conmigo. Los abandoné, mi gran vergüenza, cuando me enamoré hasta perder la razón. Me veía, de repente, con cuatro gatos, y sin modo de encajarlo en esta casa y con quien vivo. Luego, eso pasó a un segundo plano, cuando Perceval, Arturo, Mimo, y Tito, todos mis grandes amores gatunos, volvían a mí. Y así, poco a poco, todos los gatos que alguna vez he tenido o han vivido en la casa en que vivía, fueron reapareciendo y sumándose a mi vida onírica. ¿Estará Morfeo tratando de decirme algo? Porque, desde esa noche, todos están conmigo, compartiendo las horas nocturnas.

Me rodeaban, también, en esa conversación contigo. Con dulzura, te decía "¿Por qué no me lo cuentas? ¿No ves que ya lo sé? Te veía como un niño, más pequeño. No sé muy bien como explicarlo. "Te quería con tanta seguridad que no entendía cómo podía haber empezado a amarla a ella", me decías. "No hay nada por lo que sentirse mal". Perceval y Merlin se restregaban contra mis piernas.

Zirbêth.

viernes, septiembre 21, 2007

QUIERO ESCRIBIR

Pero no hay manera. A ver si a medio día...

Zirbêth.

miércoles, septiembre 19, 2007

HOMBRES NECIOS QUE ACUSAIS...

Ayer en el metro, leí.

Es que, en Madrid, en el metro, hay una especie de folletos pegados a las paredes que tratan de incitar a la lectura a través de extractos de obras literarias de todo tipo. A una, que no hace falta que la inciten, sin embargo le viene bien que le enseñen autores desconocidos. Y la de ayer, Sor Juana Inés de la Cruz, ha sido un regalo. Este es el tipo de poesía qe me llega.


"Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo."
Sor Juana Inés de la Cruz.


Zirbêth.

PETARDOS

Sí, niña, vas monísima de la muerte, pero la barra central en el vagón de metro no es para que tú te apoyes en esa postura de anuncio de vaqueros denim. Es para que la gente se agarre y no se mate. ¡Ya estás moviendo el culo!

Vale, tío, entiendo que te espabila la salsa por la mañana, pero a las sesenta personas que vamos en el bus a las siete y media de la mañana nos estás jodiendo vivos. Bueno, a los cincuenta y ocho que no llevamos auriculares. Ya sé, eres el conductor, pero un poquito de consideración, que el trayecto de una hora es perfecto para dormir. ¡Al menos podrías bajar el volumen!

A ver, majete. Ya sé que la parada del bus está en la calle, y que en la calle está permitido fumar. Pero ese cigarro nos está apestando a todos, y haciendo el aire irrespirable, porque aquí debajo se concentra el humo que da (dis)gusto. Ya que ni llueve, ni estás sentado, ni hace un sol de justicia que te obligue a cobijarte, podrías irte a fumar a otro sitio. O aguantarte un poco y ganas en salud. ¡Quítame el cigarro de la cara, por lo menos!

Zirbêth, protestona.

martes, septiembre 18, 2007

EDWARD, MI MARIDO

Edward Davenport, tiene treinta y seis años, es inglés y le conocí cuando vivía en Brighton. Le vendí un ordenador portatil que le dio muchos problemas y tuvo que venir varias veces para tratar de solucionarlos. Yo era quien le atendía y hacía de intermediaria entre el técnico y él. Cuando, por fin, se pudo llevar su ordenador, muy tímidamente me pidió el número de teléfono. Edward es algo más alto que yo, debe medir un metro ochenta. Tiene el pelo rubio pajizo y unos ojos aguamarina espectaculares. No me costó decidirme a dárselo. Ya me había fijado en él a lo largo de los dos semanas en que estuvo viniendo y siempre me pareció encantador.

Edward me llevó a tomar un café a mi cafetería favorita, el Red Rooster. Hablamos un buen rato sobre, ya sabéis, quienes éramos, donde trabajamos, y todos esos primeros detalles. En un momento dado, se levantó y se acercó al piano que tiene la cafetería y que quien lo desee puede tocar. Tocó "In a little while". La sonrisa debía salírseme de la cara.

Me contó que trabajaba en Londres: es profesor de idiomas. Ha viajado mucho, y ha vivido en Alemania, Francia y España. Habla el suficiente español para manejarse cuando viene a verme. Empezamos a salir cuando yo aún vivía en Inglaterra, y tras venirme, seguimos saliendo a distancia. Al principio fue más duro, pero afortunadamente el consiguió un trabajo que le dejaba tres días libres a la semana, así que pudo venir a verme muy amenudo.

Finalmente, decidió que se venía a España. Sin embargo, le está resultando más difícil de lo que pensaba, porque justo al poco de decidirlo su madre enfermó y no ha querido dejarla sola. Es hijo único, y su padre ya murió hace tiempo. Así que, hace cuatro meses, me fui a verle para ayudarle un poco y hacerle compañía. Él no se podía desplazar. Sin embargo, al llegar me esperaba una rotunda sorpresa. Apenas salí por la puerta de llegadas del aeropuerto de Gatwick, me pidió que me casase con él.

Él aún sigue en Inglaterra. Su madre sigue un penoso tratamiento, así que la que ahora viaja a verle soy yo a él. Por cierto, su madre es encantadora. Se llama Elizabeth y es de esas personas que todo lo dice con siceridad y con mucha gracia. Espero que el tratamiento funcione. Seguramente, al menos por temporadas, ella se vendrá a España. Porque a Edward le gusta mucho más España que su país: cosas del clima.

¿Qué tal os parece? Es que he decidido crear un pnj (personaje no jugador) para librarme de los pesados insistentes. Admito que a veces decir no es bastante complicado. Así, cuando alguno me pregunte aquello de "¿Cómo estás?", podré responder "Casada".

Evidentemente, es coña.

Que malo es el aburrimiento.

Zirbêth.

lunes, septiembre 17, 2007

LAS ZAPATILLAS ROJAS

Leí ese cuento siendo pequeña, y últimamente me ronda la cabeza. Una niña se encapricha con llevar siempre unos ostentosos zapatos rojos, pero estos están malditos y la obligan a bailar y bailar, sin que sus intentos por quitárselos sean fructíferos. Sin embargo, la memoria no es fiel al relato, que acabo de leer para ver hasta donde mi recuerdo y el relato se parecían. Según el cuento, la niña lleva a misa esos zapatos rojos nada apropiados para presumir de ellos, y un viejo soldado la maldice. La primera vez que los zapatos la obligan a bailar, consigue quitárselos, pero no escarmienta y cede de nuevo a la tentación. Esta vez, le resulta imposible quitarse los zapatos, que se le han soldado a los pies, y estos la obligan a bailar y bailar mientras la llevan hasta un bosque donde se encuentra de nuevo al viejo soldado.

En este punto, mi memoria insiste en que el soldado le dice que el único modo de librarse de los zapatos es cortándose los pies, pero no sé si ella llega a hacerlo, y la versión del cuento que he encontrado en la red no incluye esa parte. Sin embargo, tiendo a pensar que, en efecto, la niña consiente en cortarse los pies, pues de lo contrario mi memoria infantil no lo hubiese archivado como cuento cruel e impresionante.

Y vosotros os preguntaréis "¿a qué viene este cuento ahora?" Pues, sabiendo como sabemos todos lo egocéntrica que soy, viene a algo que se refiere a mí, claro. Más concretamente, a lo doloridos que tengo los pies por culpa de los zapatos nuevos, y a que no sé yo quien está domando a quien, si mis pies a los zapatos o los zapatos a mis pies.

Zirbêth, aunque no baile.

domingo, septiembre 16, 2007

HACERLO PEOR

Hablando de infidelidades demos un paso más. Hablemos de esos casos en que tu pareja no es que se líe con alguien para echar un polvo, es que se enamora de otro u otra.

Esas cosas pasan. No se puede negar ni evitar, en buena medida, porque de un modo tiránico, el corazón manda. Es más, si la persona con la que salgo conoce a alguien y descubre que la quiere más que a mí, pues que se vaya con ella. Igual que yo no voy a quedarme con alguien a quien no quiero de verdad, tampoco quiero (ya aprendí la lección)que lo hagan conmigo. Aunque no estaría de más que no hiciese falta que llegase ese otro para que quien no te quiere de verdad se sincerase, con palabras y hechos: de poco sirve decir no te quiero lo suficiente, si convives y haces el amor a diario con él/ella.

El problema no es tanto que eso pase, como el modo de actuar de aquel a quien le pasa. Ser honesto y honrado sería lo adecuado en estos casos. Lo esperable de alguien que, se supone, te quiere, en mayor o menor medida. Pero no suele ser así. En buena parte de los casos, el infiel se carga de razones para serlo ante la sociedad a costa de aquel a quien va a abandonar. El cornudo y abandonado, aparte del dolor del abandono, muchas veces ha de cargar con la campaña de justificación moral de su ex. Pues no hay modo mejor de evitar ser mal visto y peor juzgado que tratar de hacer ver que el otro se merecía el abandono, por una u otra razón. Desde el típico y tópico "mi mujer/marido no me comprende", hasta los que ponen de puta para arriba, de loco, de histérica, de frígida. Una auténtica campaña de desprestigio y victimismo para extender una espesa cortina de humo que distraiga la atención de que han sido infieles, que lo justifique moralmente.

Vamos a ver. Pase que me abandones. Te has enamorado y, aunque me joda, en el fondo lo entiendo. Pero que me pongas de mala de la peli, de hoja de peregil, etc. para justificarte y quedar bien, eso ya es demasiado. No sólo me dejas sin ti, sino que encima deterioras mi imagen y mis relaciones con las amistades comunes. Menudo chollo, vamos.

Pues esto es el pan nuestro de cada día para muchísima gente. Comparado con esto, unos cuernos de sexo anecdóticos (y no me refiero al tipo que tiene una o varias amantes porque lo prohibido le pone mazo, sino a un rollo esporádico y sin trascendencia emocional para el infiel) son una nimiedad.

Al tipo de la anécdota no le quise dar coba, pero me hubiese gustado saber si su mujer también se permite esos escarceos extramatrimoniales, si la cosa es un acuerdo entre ellos, o si, de enterarse de que su mujer hace lo mismo, montaría en cólera. Me juego a que es esto último.

Tal vez pido demasiado, pues para ser sincero con el otro, primero hay que serlo con uno mismo. La parte más difícil, seguramente, de todo el conjunto.

Zirbêth.

¿OPINIONES O JUICIOS?

En seguida he visto que la ANÉCDOTA ha creado una reacción moral, una disyuntiva ética. Nadie es imparcial ante algo así. Sin embargo, curiosamente a mí lo primero que me vino a la cabeza no fue si lo que hacía era moral o inmoral. Lo que pensé es que, cuando me lío con un tío, lo que me pone es el tío, no el que tenga novia o esposa. Jamás me pondría un tío por el mero hecho de tener pareja. Hay que estar muy pasado para que lo que te motive sea eso.

Por otro lado, no suelo tener pareja, y cuando la tengo, me hayo en un estado tal que sólo me apetece que me toque él y tocarle a él. Nunca he sido capaz de imaginar o desear más allá de un beso de alguien que no fuese mi pareja. Digo pareja, e igual estoy creando confusión: cuando salgo con alguien de quien de verdad estoy enamorada, es más adecuado. Me conozco lo suficiente para saber que, si no estoy muy enamorada, no debo tener pareja. Ya una vez hice mucho daño a alguien por tratar de ser su pareja, de mantener la unión, sin sentir lo que debía sentir. Me quería tanto que quise quererle. Una y no más, santo Tomás.

Pero volviendo a la anécdota. No me atrevo a adoptar un posición ética absoluta en un tema tan grande. Sólo puedo decir lo que yo hago. Sólo soy responsable de mis actos, no de los de los demás.
- No soy infiel cuando tengo una relación de verdad. Puede que fantasee, pero jamás materializo.
- Nunca he tratado ni trataré de quitarle el novio a otra.
- Nunca estaré con alguien hasta que aparezca alguien mejor. Si no siento lo que he de sentir, me iré aunque eso signifique quedarme sola.
- Yo sólo soy responsable (o sería, mejor dicho) de los cuernos que le ponga yo a mi pareja, no de los que otro pueda poner a su pareja conmigo.
- Puedo perdonar a mi pareja un lío sexual de una noche. Creo. Al menos, puedo entenderlo.
- Nunca perdonaré a quien se interponga en mi relación de pareja, pero aún menos a mi pareja si permite dicha interferencia (emocional, no sexual).

Esto es, a día de hoy, lo que pienso. Pero sé que la vida es especialista en sorprenderte, en arrollarte. No voy a ser hipócrita y decir "de ese agua no beberé". Hace cuatro años, pensaba de otro modo en algunos aspectos. Concretamente, en el punto cuarto. La vida me ha hecho cambiar de opinión/perspectiva.

A los damnificados por los cuernos, entre los que me incluyo, sólo puedo decirles una cosa: si no hubiese sido con ese/esa, te los hubiese puesto con otro/otra. Y es muy probable que también lo hiciese...

Zirbêth, sincera.

viernes, septiembre 14, 2007

POLICIACA

Últimamente, me apetece mucho leer novela policiaca. Estoy liada con las novelas de Michael Connelly, uno de cuyos libros cayó en mis manos este verano. Mejor dicho, dos. Al pasar por Granada camino de la playa, expolié algunos libros a Puri, como ya viene siendo tradicional o, si lo es, acabará siéndolo. Conste que luego se los devuelvo, ¿eh? O, al menos, los coloco en el estante de libros a devolver...

Pero me estoy desviando del tema. Decía que me apetece leer novela policiaca. La cuestión es que, en realidad, no tengo mucha idea de novela policiaca, y me gustaría que alguien me recomendase autores. Porque me encanta descubrir autores cuando expolio bibliotecas ajenas, pero si he de comprarlos, prefiero ir con algo de más seguridad.

En fin, lo dicho. ¿Qué me recomendáis?

Zirbêth.

Y AÚN ASÍ...

Ya he perdido al menos catorce kilos, y aún así no quepo nada más que en uno de mis antiguos vaqueros. Bueno, no he probado en todos, sólo en los de invierno. Pero, da igual, sigue siendo la mar de frustrante. Snif. Sob. Buaaaaa. ¿Yo quiero volver a estar como en septiembre del 2002.

Zirbêth, frustrada.

jueves, septiembre 13, 2007

ANÉCDOTA

Madrid, ocho de la tarde. Plaza de Callao, esquina con Gran Vía hacia Plaza de España. Una marea de gente obliga a caminar hombro con hombro. A mi lado, alguien habla por móvil, en voz bastante alta.

"¡Ostias! ¡¿Qué tu marido se ha ido de viaje?! Pues ahora mismo me voy para tu casa y nos hartamos de follar."

Me sonrío, y el que así ha hablado se da cuenta.

"Ostias, la chiquita que va al lado se ha enterado de todo."

Sigo caminando, él termina la conversación y me aborda.

"Bueno, ya sabes. Es lo normal. Con mi mujer hago el amor, pero follar, follo con otras. Es el morbo de lo prohibido. Y el que diga lo contrario, miente."


Zirbêth.

CITA: AMOR, ETC.

De mayor, quiero ser Julian Barnes...

"Quiero saber lo siguiente. La mayoría de los adultos que conozco me parecen una mierda, por una cosa u otra. Entonces, ¿eso es madurar, convertirse en una mierda? En ese caso, no creo que me tome la molestia.
Postdata. Respecto a Gillian. Por supuesto que la admiro. Es muy buena en su trabajo y lleva su vida de una manera que yo no podría. Y además ella me gusta. Sólo que... mira, cuando estamos en el estudio y alguien trae una pintura es muy hábil para detectar los cuadros falsos.
Entonces, ¿qué hace viviendo con Oliver?
"
Julian Barnes, Amor, etc.


(Vale, así suelto quizás, me digáis, no sea para tanto. Pero, de verdad, este tío es la caña.)

Zirbêth.

miércoles, septiembre 12, 2007

ESCLAVISMO

Para muchos será una gozada eso de ir de tiendas y comprarse ropita. Para mí, es un latazo que, dependiendo del año, puede convertirse en algo relativamente placentero (depende de la pasta que pueda invertir) o, sencillamente, un suplicio. La moda es una esclavista, y según le da a quienes se forran con ella (y a nuestra costa), hay veces que encontrar unos simples vaqueros puede ser más difícil que la búsqueda del Santo Grial.

Les da por volver a los setenta, por ejemplo, y te encuentras las tiendas llenas de cosas que, cuando las ves en las películas, te dan vergüenza ajena. Aunque los setenta son llevaderos, salvo por los estampados psicodélicos y porque, no nos engañemos, en los setenta se llevaba la gente tirillas y las tías sin tetas, lo que, sumado a que muchas tiendas sólo hacen tallas pequeñas y que los tallajes no coinciden, comprarse una camiseta que no sea básica se convierte en misión imposible. Y es que yo soy de la generación de los cómics de superhéroes de autores como Alan Davies, y no de la de Karen Carpenter. Me gustan las curvas, disfruto siendo pechugona y mi ideal estético de mujer es más exhuberante que delgada.





Hoy por hoy, comprarme ropa me lleva bastante tiempo. No soy lo que se pueda decir alguien con medidas estándar. La natación y los genes me han dado una espalda ancha y tengo los brazos largos y gorditos (incluso estando muy delgada, mis brazos son gorditos) todo lo cual suele ponerme difícil entrar en camisetas, camisas y vestidos que, por lo general, para que me estén bien en esos dos aspectos, me quedan grandes de todo lo demás. Tengo montones de camisas (las odio, odio las camisas, son los modernos corsés, te constriñen, se descolocan en cuanto te mueves, se arrugan y hay que plancharlas...) que me he ido comprando para el trabajo a las que he tenido que arreglar el ancho del cuerpo. Lo dicho, si quiero caber de ancho de hombros, largo de mangas y pecho, no me queda otra que comprárme camisas y camisetas varias tallas más grandes de lo que el resto de mi cuerpo necesita. Y eso que, ahora, estoy gordita.

Con los ochenta, o, mejor dicho, el revival de los ochenta, han llegado los horrendos pantalones pitillo. ¿O no son de los ochenta? A mí me suena que sí. En fin. No es que no puedan volver. Que vuelvan, que vuelvan, si la gente quiere ponérselos, yo no tengo nada que objetar. Pero son de esas prendas que sólo favorecen a las personas muy delgadas... si es que les favorecen. No sé, a mí no me gustan estéticamente, y me resultan de lo más incómodos en ciertos tejidos. Eso de tener la pierna entera comprimida... Sin embargo, teóricamente uno puede, sencillamente, ir y comprar se los pantalones con otro corte. Sí. Ya. Y yo voy, y me lo creo. Como te descuides, los de los pitillos se ha convertido en invasión y ocupación y no encuentras otro tipo de pantalon por ninguna parte. O sí, pero en tan poca variedad de cortes y colores que no consigues dar con uno que te quede decentemente en comodidad y estética. Hablo de los pitillos como podría hablar de los mega-acampanados. Las tiendas se abastecen de determinados proveedores que se convierten en extraños dictadores para el consumidor.

Por suerte, últimamente parece que se han dado cuenta de que no se puede limitar tanto la oferta de moda y, al menos en lo que a vaqueros respecta, se pueden encontrar alguna cosa más allá de los pitillo. Eso sí, no esperes mucha variedad. Lo que hay es lo que han decidido que hay, y no hay vuelta de hoja.

Aparte de en el estilo, está la tiranía de los colores. Alguien que quiera el azul, este año, se las va a ver y a desear. Parece que la cosa va de grises, blanco, negro y morado. A veces, se encuentra uno el azul pato, pero poco más. Otros años, sin embargo, lo que no encuentras es el verde, o el rojo.

Decididamente, la moda es una de las cosas menos democráticas del mundo. Cuatro estirados o supuestos genios deciden qué vamos a poder encontrar y que no. Capacidad de decisión, escasa. Menos mal que sé coser...

Zirbêth.

POR CIERTO

Dado que ahora trabajo en plena Gran Vía, si alguien quiere o puede quedar a comer entre la una y media y las cuatro, estoy disponible y encantada. Un mail o un toque al móvil (incluso un comentario), y nos organizamos. Al menos durante septiembre, tengo dos horas y media como tiempo destinado a comer, así que habrá que aprovecharlo...

Zirbêth.

HABITUÁNDOME

Esto de salir de casa a las siete y cuarto de la mañana y llegar de vuelta a las nueve de la noche, me está costando. Hasta que habitúe este cuerpo mío a tan intempestivo horario, me temo que mis aportaciones al blog van a ser algo menos asiduas. Al menos, hasta que consiga entender por qué demonios, cuando trato de entrar a blogger desde otro ordenador, no me acepta la contraseña. Porque ES la contraseña, de eso estoy segura al cien por cien.

De momento, todo va bien en el curro. Aunque, claro, si en dos días me las hubiese apañado para que fuese mal, menuda "habilidad" la mía... Hay mil detallitos que aprender, y en eso estoy. En fin, me voy a currar. Hasta más tarde.

Zirbêth.

domingo, septiembre 09, 2007

QUÉ COSAS

Para alguien que desde pequeñita ha tenido que llevar gafas, que no veía un burro y hasta ha tenido que operarse, que te vengan y te digan que te ha mejorado un ojo hasta estar casi perfecto (de la hipermetropía, el astigmatismo sigue igual), pues es una muy agradable sorpresa. Mi agudeza visual es del cien por cien en el ojo izquierdo, y del noventa por ciento en el derecho. Así que gafas nuevas (ya tocaba, llevo quince años con las mismas). Además, me ha dicho el óptico que no las lleve nada más que lo imprescindible. Quién me lo iba a decir a mí...

Zirbêth.

viernes, septiembre 07, 2007

EN EL BARBERO

Así llama Pedro a los peluqueros, para llevarles la contraria por eso de que ahora se llaman estilistas. Pues bien, ayer estuve en una pelu de esas que ostentan el título de estilistas y que esconden tras una fachada de palabras y gestos más o menos artificiosos y prosopopéyicos que, en el fondo, no son más que barberos.

Me cambié el color de pelo. LLevaba una temporada de cobrizo, y me apetecía ya algo más rojizo. Aunque no me ha convencido, porque es demasiado oscuro. En fin, a ver si en unos lavados se aclara un poco. De todos modos, aún no lo he visto seco a la luz del sol, y a lo mejor entonces me gusta. Aish, lo que daría por ser pelirroja natural...

Zirbêth.

Pd/He reflejado el cambio en el acatar, pero en realidad es más rojizo y menos marrón.

EL JUEGO

Aunque he tardado en decidirme, al final voy a coger el testigo de Aldebarán y a jugar este juego, aunque lo de pasárselo a otras personas me lo voy a saltar. El que quiera, ya sabe qué hacer.

- Cada jugador(a) comienza con un listado de 8 cosas sobre sí mismo.
- Tienen que escribir en su blog esas ocho cosas, junto con las reglas del juego.
- Tienen que seleccionar a 8 personas más para invitar a jugar, y anotar sus blogs/nombres.
- No olvides dejarles un comentario en sus blogs respectivos de que han sido invitad@s a participar, refiriendo al post de tu blog: "El Juego"


1. Me gustan los tacones. El problema es que tengo los pies muy delicados, así que no puedo usarlos sin pasar luego varios días con un dolor atroz de pies y a veces sin ser capaz ni de caminar. Durante años he dicho que no me gustaban, pero creo que en realidad lo decía porque sentía rabia por no poder usarlos. Tengo algunos zapatos de tacón, pero apenas me los pongo.

2. Tendencia a los tropezones. Por algún extraño motivo, al menos una vez al año, tropiezo y caigo al suelo cuan larga soy. Y soy bastante larga... Además, tiendo a repetir el modus operandi. Camino por la calle en invierno, las manos enguantadas y en los bolsillos, de tal modo que, al tropezar, no consigo parar la caída con las manos porque no consigo sacar las manos enguantadas a tiempo, y me doy de bruces con la cara en el suelo, aunque a veces he sacado las manos lo suficiente para, además, hacerme polvo la muñeca retorcida al alcanzar el suelo. Casi siempre, además, vuelo al menos un par de metros, con lo cual el impacto es aún mayor. La modalidad veraniega suele estar relacionada con las chanclas y sandalias: al subir un escalón, por ejemplo, no calculo bien la distancia y la suela del calzado choca con el borde del escalón, y allá va otra vez Zirbêth por el aire hasta hacer impacto. También parece que ese tipo de zapatos me vuelven propensa a pisar mal y que se me doble el tobillo y caerme (o casi). Eso sí, en verano consigo parar el golpe con las manos.

3. Trauma en la peluquería. De jovencilla, hasta los dieciseis años, antes de ser pelirroja, los veranos en la playa dejaban mi pelo de un rubio casi blanco en las capas superiores. Al finalizar el verano de los quince, hubo uno de esos acontecimientos familiares llamados bodas, así que mi madre me mandó a la peluquería. Para ahorrar unas pelas, y dado que sólo quería cortarme las puntas y ponerme flequillo, me fui a una escuela de peluqueros. Le indiqué lo que quería a la chica que me atendió, pero cuando llegó la hora de cortarme el flequillo, en vez de coger el mechón de pelo paralelo a la frente, agarró uno perpendicular, es decir, toda la capa superior de mi preciosa melena rubia, y la cortó dejándola de unos tres dedos de largo. Entonces, la profesora se acercó y remató la faena (léase putada) cortando el resto de mi pelo en capas a lo señorona de pueblo. Las lágrimas me recorrían toda la cara, la rabia me puso roja. Cuando terminó de cortarme y empezó a echarme laca para dejarlo bien cardado, ya no pude más. Le quité a la profesora el peine de la mano y me cepillé con furia para quitar todo resto del anticuado peinado hasta donde era posible. La profesora se enfadó, y trató de quitarme el peine y volver a su idea de dejarme como a una abuela. Eso fue el colmó. Balbuceando de pura furia, le arrebaté de nuevo el cepillo, me termine de despeinar el adefesio en que había convertido mi pelo y le canté las cuarenta. Fue la primera vez que me fui sin pagar de una peluquería.

3. La dieta sentimental. Cuando me enamoro en serio, adelgazo muchísimo. No sé que me ocurre, pero el estómago se me cierra y estoy en un extraño estado de frenesí y excitación que, supongo, quema muchísimas calorías. Cuando me enamoré de Carlos, con diecinueve años (creo), pasé en un par de meses de pesar sesenta kilos a pesar cincuenta y dos. Y cuando lo hice del inombrable, con veintinueve, pasé de sesenta y cinco a cincuenta y ocho en cosa de mes y medio. Es la única clase de ansiedad que me hace adelgazar. Con el resto, engordo. Aún así, creo que esta vez adelgazaré por la vía tradicional, es decir, ni idea...

4. De uñas. De pequeña, me dio por morderme las uñas. De echo, era capaz de moderme hasta las de los pies (aish, la elasticidad perdida). No sé por qué me dio por ahí. De todos modos, yo no me las mordía como Rebeca, mi compañera de clase. Ella se dejaba los dedos casi pelados. Me dabas una tirria. Yo sólo me las mordía hasta dejarlas a ras de dedo. Luego, me dio por morderme los padrastros, y hasta que Gerardo, a los 18, no me ayudó, no conseguí dejar de moderme las uñas. Ahora, por contraste, casi siempre las llevo largas. De hecho, muy largas. Larguíiiisimas. Las he llevado hasta anteayer, por ejemplo, de unos tres centímetros. Es más, me he acostumbrado a llevarlas largas, muy largas, larguísimas, y cuando por accidente se me rompe alguna y he de cortármelas, no doy pie con bola durante unos días. La superficie del dedo en la parte justo continua a la uña la tengo hipersensible, y me resulta muy desagradable tocar con ellos, así que mucho más aporrear el teclado. Necesito mis uñas. Son un signo de identidad, tanto como llevar el pelo largo. Las tengo duras, muy duras, y a mi me parecen preciosas. Es un milagro que tantos años de mordérmelas no las deformasen. Sólo tengo algo deformada la del índice de la mano derecha, pero no es de morderla, sino de escribir a mano. Tiene una ligera curva justo donde se apoya el bolígrafo. Adoro mis uñas, y rascan genial.

5. Colchas de verano. No me gustan las colchas de verano. Las encuentro incómodas, inútiles y tienden a acabar siempre por los suelos o hechas un gurruño al pie de la cama. Prefiero dormir sobre las sábanas y, de hacer frío, taparme con mi manta de campig, tan suavecita ella. Pero hubo una colcha de verano de la que me enamoré, hace ya mucho tiempo. Era una colcha de cama doble, blanca con flores en tonos verdes, azules y rosas, que pertenecía a mi ex-abuela (la madre de mi padrastro, más conocido en estos lares como El Capullo). Tenía un tacto suavísimo y era muy ligera. Era una delicia cubrirse con ella aquellas noche en que me permitían dormir en la terraza y de madrugada el relente del mar hacía que refrescase. Me hubiese gustado conservar conmigo esa colcha.

6. Cuestión de carácter. Aunque sea difícil de creer, pues mi carácter ha estado muy inestable los últimos años debido a que no estaba bien del todo nunca, tengo muy buen carácter. O eso me gusta pensar. La mayor parte del tiempo soy riesueña, con tendencia a la gamberrada y la broma tonta. Aunque de más joven era muy charlatana, ya no hablo tanto y creo que se me da bien escuchar a la gente, incluso aunque tiendo a caer en el egocentrismo nueve de cada diez veces y a pensar en como soy yo en esa circunstancia que me narran, y esas cosas. Pero a veces muedo sacar un mal genio de mucho cuidado, y hay determinadas cosas que me subleban. Me gustaría ser capaz de controlar ese mal genio muchas veces, es cierto, pero no menos cierto que me siento extrañamente orgullosa de ese genio mío que a veces deja a la gente descolocada, pero que me permite no sentirme víctima de detrminados abusos. Como, por ejemplo, lo de la peluquería que comentaba antes. Creo que es una cuestión de firmeza. Algo gritona, pero firmeza.

7. Caramelos. De pequeña, cuando alguien me regalaba una bolsa de caramelos, acababa con ella en un momento. Lo cual no significaba necesariamente que me los comiera. Al parecer, me dedicaba a abrirlos, chuparlos y descartarlos. "Este no me gusta... este no me gusta". Mi madre me cuenta que abría la bolsa, pelaba uno, lo chupaba y lo tiraba. Cogía el siguiente, lo abría, lo chupaba y lo tiraba. Y así hasta acabar con toda la bolsa, mientras murmuraba "este no me gusta". Menudo elemento...

8. Contradictorio. No soy muy fan de la originalidad. De algún modo, creo que tratar de ser original es meritorio, pero que la mayor parte de las veces la búsqueda de la originalidad es la búsqueda del mérito, y eso hace que pierda todo interés para mi. Hay gente a la que le salen "originalidades", pero la mayoría de las veces sólo buscan el prestigio que ser originales conlleva. No sé si me explico. Es un sentimiento extraño, lo reconozco. No me considero original (¿veis el egocentrismo del que hablaba?), pero a veces siento que doy con una pequeña chispa de ello, y me siento orgullosa. Pero, pese a rechazo a quienes buscan una forzada originalidad, me producen aún mayor antipatía quienes toman ideas ajenas y tratan de hacerlas pasar por propias. Por eso, últimamente no escribo sobre política. Me da la sensación de que, en realidad, estaría copiando las ideas de otros que, antes y mejor que yo, ya han expresado esos planteamiento que compartimos. No sé es raro. Me gustaría ser original, pero no forzarlo. Me gustaría expresar ciertas cosas, pero no hayo mi propio lenguaje para hacerlo y siento que, en realidad, copio. ¿No os parece algo contradictorio?

Zirbêth, explayándose.

jueves, septiembre 06, 2007

COSAS DE GATOS

Volvía a casa tras el examen oral de hoy (aprobrado también, por cierto), con toda la solanera cayendo sin piedad, cuando una gata me ha salido al paso. Desde lejos se me ha quedado mirando y en sus pupilas rectilíneas me ha parecido ver indecisión. Conforme me acercaba, esperaba que saliese corriendo o se escondiese bajo algún coche de los muchos cercanos. Para mi sorpresa, seguía quieta y mirándome. Yo he empezado a maniobrar para rodearla tratándo de no asustarla. Finalmente cuando sólo mediaba un metro y medio, la felina (era hembra, lo sé porque sólo ellas tienen tres colores, los machos, como mucho, dos) ha emprendido la muy no apresurada huída. Desde esa mínima distancia, aún la podía ver frente a mí, titubeante. "¿Qué extraño?", dije para mí. Pero, al mirarla irse, me he dado cuenta de que lo que le pasaba a la minina, la causa de su indecisión, era la irrestible atracción que ejercía sobre ella el bamboleo de los cordones desatados de mis zapatillas.



Zirbêth.

AHORA SÍ

Hace semanas que vengo postergando contar algo porque no quería hacerlo hasta estar completamente segura. Incluso ahora que es seguro, me da no sé que hacerlo, como si el contarlo antes de empezar el lunes fuese a convertirme en objetivo prioritario de Murphy & Co. En fin, correré el (insignificante, supersticioso) riesgo.

El lunes, empiezo a trabajar. En un touroperador. Voy a encargarme de las ventas en el mercado anglófono. Bueno, eso será dentro de unos meses. Al principio, formación y formación, para que controle todos los aspectos del negocio, tanto a nivel operativo como comercial. Dentro de unos seis meses, yo me encargaré solita de vender nuestros productos al extranjero, de promocionarlos en ferias, convenciones y reuniones por donde haga falta, desde Londres y Estados Juntitos hasta China o Japón.

Voy a disfrutar como una enana. Como los indios cortando cabelleras. Como un goloso encerrado con una cucharila a solas en una pastelería-heladería. Como una friki en una convención de frikadas.

Para que la felicidad fuese completa, la que aparece de la mano en una foto con Bono de U2 debería ser yo, y no la Penélope Cruz.



Zirbêth.

LA NARIZ ES MÍA Y ME LA HURGO CUANDO QUIERO

Se me ha ocurrido que sería un nombre estupendo para un blog, y como actitud es mucho más sincera, y sana... para el gato.

Zirbêth XDDDDDDDDDD

miércoles, septiembre 05, 2007

POR UN TRABAJITO BIEN HECHO, UN PISTO CON DOS HUEVOS FRITOS "PAL" PECHO...

Como ya he comentado, ayer fui a hacer tres de los cuatro exámenes de la Escuela Oficial de Idiomas. Sólo nos presentamos seis de una lista de treinta y tres. Gracias a eso, la profesora que se encargaba de corregir hizo algo que jamás me había ocurrido en toda mi vida. Normalmente, cuando uno hace un examen, han de pasar días hasta que te dicen la nota. En la universidad, esos días pasan a ser semanas e incluso meses a poco que te descuides. Bueno, que se descuide el profesor, más bien...

La cosa es que, como éramos tan pocos, y de suspender un examen ya no merece la pena seguir con el resto, la susodicha profesora apareció con las notas del primer examen antes de empezar el segundo, y con las del segundo antes de empezar el tercero. Así, pude saber que había sacado la mejor nota de la clase en el primer examen, un veintitrés sobre veinticinco, y la segunda del segundo, un dieciocho sobre veinticinco (mucho peor, pero siempre se me han dado mal los listening).

Así que, de los tres, sólo me queda por saber la nota del tercero, y el cuarto lo haré el jueves por la tarde. Es el oral, así que no debería haber problema.

Eso sí, de los nervios sólo había comido en todo el día un trozo de pan y dos rajas de melón, así que cuando llegué a casa, Pedro me hizo un pisto con dos huevos fritos absolutamente deliciosos que yo engullí (y aún así paladeé) con desaforada voracidad. Y es que, no hay nada como una buena ocmida después de un trance de nervios.

Zirbêth, contenta.

martes, septiembre 04, 2007

DEUDA PAGADA

Hace dos años, me matriculé por primera vez en la Escuela Oficial de Idiomas. Hice matrícula oficial, pues pensaba ir a las clases. El primer día, entablé conversación con una mujer antes de entrar a clase, y luego nos sentamos juntas. Cuando la profesora dijo cuales serían los libros de texto que utilizaríamos en clase, resultó que eran los mismo del año anterior, pero en una nueva edición. Mi compañera de mesa, Carmen, se los había comprado nuevecitos para descubrir que eran los mismos que había empleado su marido el año anterior, con las únicas diferencias de la paginación y la maquetación de la portada. En seguida, me los ofreció. Yo me sentí un poco apurada, pues no llevaba dinero encima como para pagárselos, pero insisitió e insistió, y al final acepté la oferta. Le pagué ocho euros y le dejé a deber otros veintiocho. No he vuelto a verla hasta hoy.

Entre unas cosas y otras, no fui a clase, ni me presenté a los exámenes. Luego, este año me matriculé por libre, es decir, sin ir a clase. Hoy, por fin, he ido a hacer los tres primeros exámenes (son cuatro), y al poco de llegar, alguien que me sonaba ha aparecido. Antes de que ella me hubiese podido identificar, me he adelantado: "Yo te conozco, y te debo veintiocho euros". Su cara de sorpresa ha sido mayúscula. Al principio, se ha negado a cogerme el dinero. Pero, tras los tres exámenes, nos hemos tomado una cervecita y he pagado esa vieja deuda.

Y es que ¡por fin he cobrado! Mañana, pagaré otra de las deudas.

Zirbêth, cumpliendo, tarde, pero cumpliendo.

DICHO DE OTRO MODO

Con Houdini, de un modo alegre, tal vez eufórico, quise expresar, sin dramatizar demasiado, para darme ánimos a mí misma, esto que a continuación escribo:

No puedo volver a comprometerme con el smial como lo estaba hace un año, cuando hicimos la mereth y propuse la Estelcon. Siento no haber colaborado en la Estelcon, pero por motivos de salud, primero, de economía, segundo, y de sentido de responsabilidad conmigo misma, tercero, no he podido. De momento, necesito organizar mi vida en base a otras prioridades. No soy la primera en hacerlo, ni la última. Hay gente que se ha alejado del smial por erasmus, por oposiciones, por maternidad. Gente que por trabajo apenas puede asistir a reuniones, mucho menos dedicar ingente tiempo a organizar algo como una Estelcon. Las responsabilidades cambian las prioridades.

Cuando mi economía sea mía (de momento, pago deudas), volveré a entrar y salir. Y volveré a ir a algunas reuniones del smial. Pero no puedo comprometerme a nada concreto. No puedo y no quiero. Quiero centrarme en otras cosas. Cuando haya atado esas cosas, cuando vea que puedo, ya vendrá el tiempo de volver.

Para quienes no han podido contar con mi ayuda en esta Estelcon, sólo decir que lo siento. También era mi proyecto y me duele no haber podido ser parte de él. No podía. No tenía fuerzas.

De mis amigos, sólo espero que entiendan que, a veces, uno no puede hacer lo que más le apetece, lo que más le gratifica, sino lo que no le queda más remedio, lo que debe, lo que tiene que hacer. Curarme. Conseguir trabajo. Pagar deudas. Volver a ser una persona autónoma es la prioridad en mi vida. Lo demás, queda en un segundo plano.

Zirbêth, hablando en plata.

CAMBIOS NATURALES

A lo largo de la vida, uno hace amigos y amigas. Esos amigos y amigas, a veces, coinciden en una pandilla o similar, otras van por libre. Como dice Rhiwen, ojalá siempre estuviesen juntos... o no. No sé, cada uno tiene su lugar. Y también su tiempo. Muchas amistades no sobreviven al paso del tiempo. No por nada malo, sino porque la gente se hace mayor, se complica la vida con trabajos, pareja, familia, hipotecas, etc., etc., etc.

Con los amigos por libre, se nota menos. Pero cuando son de la pandilla, el cambio se siente más. Poco a poco, las reuniones son más espaciadas, cada vez hay menos gente. Se deja de llamar a Fulanito porque, total, nunca acude a las citas. Zutanita, desde que se casó, no hay manera de quedar con ella. Menganito, siempre está en viaje de negocios. Y "la parejita", desde que tuvieron al niño...

Pero hay que ponerse en la piel de los que desaparecen. ¡Qué menos por un amigo! Probablemente, nos echen de menos. Probablemente no es que no quieran, sino que no pueden. La vida adulta te va exigiendo cada vez más y, no nos engañemos, los años no pasan en balde y a uno le van quedando cada vez menos energías. Antes, te pasabas la noche del un jueves de juerga y al día siguiente te ibas al curro o a clase sin demasiado problema. Ahora, lo mismo no te levantas en dos días.

Finalmente, hasta el más impenitente acaba teniendo que acoplarse a una vida seria donde los amigos y las aficiones quedan en un segundo plano o, a veces, sencillamente has de dejarlo. A veces, no es una elección. No es que te cases superfeliz y te apartes porque es lo que de verdad quieres. A veces, no te queda otra, porque el tiempo, desgraciadamente, es finito. Y otras lo decides conscientemente: de algún modo, lo que antes te llenaba y te daba la vida, deja de hacerlo. El mundo que antes era se convierte en pañuelo, y descubres que necesitas algo distinto, algo que, para colmo, no sabes lo que es o si te hará feliz. Pero es normal. El ser humano necesita cambios, necesita crecer.

Para todos los que se deciden a "crecer", mis mejores deseos.

Zirbêth.

¡¡¡¡ FELICIDADES BAYA!!!!

Bueno, igual esto no es muy ortodoxo, pero es que estoy muy contenta. Una de mis mejores amigas va a ser mamá por segunda vez. Así que...

¡¡¡¡¡ MUCHAS FELICIDADES BAYA !!!!

Y también a Isildur, por supuesto.

Sé que hablo por todas cuando digo: ¡¡ queremos una niñaaaa !!

Zirbêth, feliz de saber que un nuevo bebé llega... y que no lo trae ella XDDDDD.

lunes, septiembre 03, 2007

INVENTARIO

Ayer pasé todo el día haciendo inventario de telas. Tras la doble mudanza y que se me rompiese el verano pasado el ordenador y perdiese el inventario que ya tenía, se imponía un control exahustivo de telas y vestidos o disfraces. Sólo me dio tiempo a hacer el de telas, y no he contabilizado las que tengo en rollos (sólo dos, haya calma).

Sacar, desdoblar, medir largo y ancho, volver a doblar, decidir modo de clasificación para ordenarlas. Así pasé ayer el día, desde las once treinta de la mañana hasta la una de la madrugada. El número final de telas y metros de telas es, sencillamente, obsceno. Lo mío no es una afición, es pura adicción: telapatía.

Al menos, ahora sé qué tengo y dónde lo tengo. Reconozco que ya no me acordaba de algunas de las telas que tenía, que algunas que en su momento me gustaron ya no me gustan (sólo un par, menos mal), y que ha sido un placer reencontrarme con otras que me han parecido incluso más bonitas que cuando las compré.

Me gustaría saber más de tejidos. Muchas veces no sé exactamente lo que tengo, y más allá de terciopelo, martelé, lino, raso,... la verdad, no sé qué estoy manejando. Algún día lo aprenderé, supongo. Secuestraré a uno de los vendedores de alguna de las tiendas y le obligaré a darme una lección magistral, wuah wuah wuah.

Zirbêth.