jueves, abril 15, 2010

GRANDES INVENTOS DE LA HUMANIDAD

Por este orden, además:

- Las duchas de agua caliente, con todos los mecanismos que se necesita para ello.

- Las camas enormes con edredones nórdicos.

- Dormirse abrazado a ese otro humano al que tanto quieres y que te hace sentir tan bien.

No me lo vais a negar, ¿verdad?

Zirbêth, a punto de irse a mimir, esta vez solita.

domingo, abril 11, 2010

ODIO LA MÚSICA

Estoy en pleno zafarrancho de limpieza. Lo normal en estas circunstancias sería que estuviese escuchando música, pues ya se sabe que hacer ejercicio con música es mucho más agradable. Salvo nadar, claro, que no es compatible. Aunque tengo el cubo de fregar con agua, esta no me llega a tapar la cabeza, así que no es el caso.

Pero no quiero escuchar música. Porque ODIO la música. Los fines de semana son para el silencio, y ninguna radio, cd, hilo músical ni mp3 herirá mis dulces tímpanos. No quiero escuchar más que los sonidos naturales de la vida: mis gatos, mis pasos o los de los vecinos, las voces de quienes pasen bajo mi ventana, el viento en las hojas de los árboles cuando pasée... No quiero escuchar ninguna melodía, ni Lady Gaga, ni Alejandro Sanz, ni La Oreja de Van Gogh, ni Beyoncé, ni... Nada de nada. Ni U2, ni Coldplay, Ni el Carmina Burana.

Y es que ODIO la música. Estoy harta de que suene música en todas partes y a todas horas. Desde que cojo el bus por la mañana, con estridencia de programa que pretende mantener despierto a cualquiera que entre en el vehículo: en el tren ese que lleva los auriculares puestos a tal volumen que puedo entender las letras en checo; en la oficina toooodo el santo día, porque se aburren unos y otros se imaginan que la oficina es el gimnasio. Luego, cualquier tienda, desde las de ropa a la frutería, todas con hilos músicales o radios a menor o mayor volumen, casi siempre lo segundo...

Me desespero. De hecho, hay días que siento verdaderas ganas de llorar. La música, para mí, es como una película o un libro, algo de lo que disfrutar en según qué momentos, escogiendo los intérpretes como lo haría con la peli o el libro. Tener que escuchar cualquier música que ponen en la radio, repetitivamente, al gusto de, perdón, a lo que el dinero del que manda manda... Pues manda cojones. Me siento agredida, no puedo evitarlo.

Reconozco que esta sensación es mucho más aguda desde hará un par de meses en adelante. Coincide, también, con que tengo muchos dolores de cabeza y tremendas migrañas. Estar en el curro con migraña es malo, pero si encima hay música a todas horas ya lo cosa se vuelve auténtica tortura. En la ofi hay muchos ruídos que no se pueden evitar: el teléfono sonando, las conversaciones, las impresoras, la vibración de los ordenadores, el tráfico por las ventanas, el telefonillo del portero automático... Esos sonidos/ruídos, los soporto estoícamente (más o menos).

Pero la música no es un mal necesario. No es imprescindible. Por eso, mucho me temo que ODIO la música.

Zirbêth.